Capítulo 7 Una bala del pasado

-Me dijeron que conociste a una nueva chica ¿Es cierto amigo?- dijo Michael, el aspecto de este era de un afroamericano, algo gordito, pero se mantenía en forma, tenía pendientes en cada oreja, vestía con un chándal oscuro y en el cuello sostenía una cadena de cobre. Y era el que ocupaba el asiento del conductor, y en su mano derecha agarraba una botella de ron.

-Sí, no mienten- respondí yo.

-Yo la conozco, buena chica chaval, algo refinado para ser de este barrio, pero no está metido en asuntos turbios.

-No le pega nada haber nacido entre estos escombros la verdad.

-Pues no te quito la razón a esa frase compañero, apuesto a que no dura dos más aquí.

-Yo digo menos aún, incluso yo quisiera salir de esta chapuza de pueblo.

-Oh vaya, es la primera vez que noto que tienes metas en tus pensamientos.

-¿Tu no quieres cambiar esta forma de vida? ¿No deseas descubrir el mundo?

-He crecido aquí y moriré aquí, este es mi lugar- detuvo su voz- ¿Qué está pasando ahí delante?

Michael y yo observamos atentamente lo que sucedía en aquella gasolinera, unos cuantos hombres enmascarados con pasamontañas y vestidos de negro, estaban atracando la gasolinera, se oyeron disparos desde el interior de la tienda.

-¡Vamos joder! ¿Qué coño has hecho? ¿Para qué disparas?

-¡Se me puso de espabilado!

-¡Vayámonos joder, antes de que venga la pasma! ¿Hay algún testigo?

-Sí, mira, en aquel todoterreno- y nos señalaron con sus dedos.

-¡Mátalos! ¡Rápido!

-¡Michael, arranca, sal de aquí como bien puedas!

-Sí, es la mejor idea- arrancó el coche y dejamos atrás a los atracadores, los cuales dispararon a la parte trasera del coche, pero pudimos huir ilesos de aquel altercado.

Entonces todo se detuvo, volví a aparecer en la inmensa oscuridad de antes, empecé a recordar cosas del pasado, los atracadores se quedaron con nuestras caras, y días después nos encontraron, nos dijeron que para no morir teníamos que hacer ciertos trabajitos, pues no confiaban en nuestra palabra de no decir nada, ya luego nos dejarían ir cuando les pareciera conveniente. Yo acepté, no quería problemas, ni morir, pero Michael no lo hizo, y lo aniquilaron de un disparo en la cabeza, grité un no rotundo, ellos se rieron, y vi como el cuerpo de mi mejor amigo permanecía tumbado en el suelo, sin vida, con un gran charco de sangre rodeando su cadáver.

-No, no tenía que morir así, simplemente estuvimos presentes en el momento equivocado, no era nuestra culpa, no, no ¡Michael era una buena persona joder!- me empezó a doler la cabeza, en ella se reproducía constantemente el momento en que lo mataron.

La oscuridad se acabó, aparecí en la casa de Michael, donde había estado numerosas veces, pero obviamente sin aquel aspecto de pesadilla tan aterrador.

-¡Huye, encuentra la salida, este no es tu hogar Marc!- dijo la voz de Michael, formando un eco por toda la casa.

            
            

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