Capítulo 10 10 (+18

Después de tan dulce declaración, Gray acorta el espacio que lo dividía de su esposa y besa con ternura sus dulces labios.

El ambiente se llenó de un aroma embriagador. Donde el encanto del deseo comenzaba a dar un efecto en ellos envolviendolos cada vez más en la locura de querer sentirse nuevamente.

Sin perder ni un minuto de su tiempo, Gray desabotona la hermosa camisa que acentuaba la perfecta figura de su mujer, quitandola por completo y apreciar esa preciosa piel tan blanca como papel.

Cada parte de ella lo volvía loco, como así tambien lo llevaba a la desesperación con solo un rose.

Ansol, por su parte, imitó el actuar de su amado. Desabotono suavemente la camisa que traía y pasó sus suaves manos acariciando cada parte de la desnuda piel que quedaba a su merced.

Cada pasada que hacía sobre la piel de Gray, parecía quemar sus manos y llevarla a pensar que si seguían tomando el asunto con tanta calma, terminaría siendo abordada por la locura.

Perdidos en su exquisito beso, con el resonar de sus labios al chocar haciendo eco en toda la habitación, el guapo caballero fué recostando a su hermosa dama en la cama.

Sus besos viajaron desde sus labios hasta las mejillas, creando un delicioso camino a su cuello y luego un poco más abajo.

Con sus ojos cerrados y sus dedos enredados entre el fino cabello de su esposo, Ansol se dejándose envolver y llevar por la pasión, el deseo y la desesperación que incrementaban poco a poco.

No había nada fuera de ellos que les importara más en ese momento. Solo sentir las caricias mutuas, los besos desparramados y los jadeos que rompían cualquier tipo de pensamientos que pudieran abordarlos.

Era el encanto de Gray y su forma de amarla lo que estremecía a su esposa.

La suave voz de Ansol, rogándole por sentirlo profundizaba la pasión que su esposo llevaba dentro, queriendo arrancar el resto de ropa y enterrarse en ella hasta que nada de él quedara fuera.

Ahora había tiempo de besar lento, de acariciar cada centímetro de piel y amar hasta que la última gota del deseo fuera consumida. Ya el apresurarse no iba con él y en parte eso a ella le encantaba.

-Cariño...

La suave y jadeante voz de Ansol, llegó a los oidos de su esposo recordándole que ese momento era perfecto, que él lo estaba llevando al punto perfecto.

Sus manos bajaron desde los perfectos pechos de su esposa, pasando con suavidad por la cintura hasta llegar a esa falda que ya quería quitar.

Con suma calma, como si su ser no ardiera de deseo la fue despojando del poco rastro de ropa que quedaba.

Sus manos acariciaban las lindas piernas y se paseaban muy cerca de su intimidad, haciéndola gemir y estremecer.

-Gray...

-Te amo tanto, preciosa -dijo él con la voz ronca, elevando su oscurecida mirada a un encuentro con la de su amada.

Volvió su boca a la de ella y en un arrebato de pasión se la comió a besos, mientras sus dedos danzaban entre los pliegues de la ardiente mujer.

-Oh... Cariño..

Gimió Ansol, moviendo sus caderas al ritmo que la mano de su esposo se movia. Dejándose llevar por la lujuria del momento e imaginando cuantas noches iguales podrían vivir a partir de ahora.

Sus manos, que antes se encontraban sujetando la espalda de su esposo, ahora desabrochaban con velocidad el cinturon, abriendo rapidamente el pantalón y empujándolo hacia abajo para brindarle el mismo placer que sentía. Tomando en su mano el majestuoso y delicioso miembro de su amado, comenzó con un vaivén que lo exitaba aún más de lo que estaba, dejando en ambos rostros la calidez del amor, lo palpitante del deseo y la ternura de sus miradas.

-Te amo -confesó Ansol en medio de aquellos gemidos que casi le cortaban el aliento.

-Te amo mucho más -contestó Gray en respuesta, acercando una vez mas su rostro a los suaves labios de su esposa y besarla con la certeza de que era suya, su mujer.

Deslizando poco a poco sus últimas prendas, el guapo y encantador caballero se despojó de todo quedando como Dios lo trajo al mundo.

Lentamente se abrió paso entre las piernas de su esposa, preparando su ya mojada cavidad para luego ingresar lentamente consiguiendo gemidos de placer por parte de ambos.

-Mmhh amor... -susurró suavemente en el oido de la guapa dama -estás tan estrecha como la primera vez que estuvimos juntos.

-Mi cuerpo solo se amolda a tu tamaño y así seguirá siendo siempre -contestó Sol entre suaves gemidos -solo tú para mí.

-Y tú para mí -repitió él, con una suave sonrisa en sus labios -por siempre.

Dicha esas palabras, comenzó con un movimiento de caderas que llegó a encender mucho más el furgante fuego en su interior, sintiendo como Ansol se prendia a su espalda y gemía una y otra vez su nombre.

Todo era tan perfecto que incluso parecía un sueño.

Besos, caricias, pasión, palabras de amor. Todo eso surgió en una sola noche, sin la necesidad de añadir más que esos "Te amo" que salian entre gemidos, repetidos, uno tras otro.

...

...

Agitados y agotados después de varias rondas de exceso placer, Ansol se acurrucó al pecho de su esposo dejando un suave beso en su mejilla.

-Solo dime que en caso de despertar en la madrugada, tu estaras a mi lado -pidió con pesar, quizás con miedo de volver a vivir lo de esos últimos tres años.

-Ya no tengo razón para apartarme de ti, mi amor -contestó Gray con una tierna sonrisa, besando con suavidad la frente de su esposa -quiero despertar a tu lado todas mis mañanas y verte abrir esos hermosos ojos que tanto me vuelven loco.

-¿Lo juras?

-Lo juro.

-¿Me amas?

-Te amo -respondió una y otra vez, dándole la seguridad que ella tanto necesitaba -como jamás antes amé.

-Eres mi primer amor, Gray.

-Y tu el mío preciosa.

            
            

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