Gray Ludovic.
Claramente, no podía aclarar todo con AnSol sin antes hablarlo con su padre, ya que sabía que si algo luego de hablar salía mal y mi esposa resultaba afectada, él nunca me lo perdonaría.
Con su aprobación para resolver el asunto de mí distanciamiento, decidí contarle la verdadera razón de mis escapadas nocturnas, enfrentándome ahora a un posible problema.
-Papi, ¿por qué no bajamos? -escuché decir a mi pequeña Gala, quien iba sentada en el asiento trasero del carro.
-En un momento, cariño. Papi necesita algo de tiempo ¿Si? -respondí, apoyando mi cabeza en el volante y temblando ante la idea de que este encuentro pudiera provocar un ataque en AnSol y no tuviera forma de sacarla de ello.
Fui testigo de un suceso que sufrió la última vez, cuando se vió obligada a participar en una fiesta de esas que las empresas suelen dar. Los accionistas conocidos de mi suegro decidieron confrontarlo y exigir al menos un encuentro con la nueva directora de modas, que es mi esposa, y por ello tuvo que asistir.
Al ver su reacción ante la multitud y la desesperación en sus ojos al tener que dialogar o solo estrechar la mano con uno que otro invitado, tuve que sacarla de allí para evitar una tragedia.
Según su padre, estos ataques comenzaron después de la muerte de su madre cuando era muy pequeña. Como él estaba siempre ocupado, la rodeaba de personas que la cuidaran, guardaespaldas y niñeras.
Al parecer, presenció algo traumático y desde entonces no puede estar en lugares con desconocidos. Encerrandose en casa, trabajando desde allí y tratar de que todo se maneje con el orden que estableció, pues no es una jefa ausente.
-¿Papi?
-Ya voy, cariño.
-Papi, hay una chica linda en la puerta de esa casa -añadió, y levanté la vista girandola a la entrada de nuestra vivienda, notando que AnSol estaba allí esperando que bajáramos.
Suspirando por el momento, decidí bajar y rodear el carro, observando la puerta y cuestionandome si lo que estaba haciendo era correcto.
No había más que pensar; ya estábamos aquí y era momento de dar el paso para saber si esto realmente funcionaría o si tendría que seguir viviendo como hasta ahora. Dividido entre pasar tiempo con mi mujer y volver en la madrugada cuando mi pequeña princesa ya dormía.
Sin más preámbulos, abrí la puerta del auto y bajé a Gala, inclinándome luego hasta su altura y acariciando su cabello, quizás y haciendo tiempo o pensando en las palabras correctas para decirle sobre la salud de Sol.
-Gala, ¿recuerdas que papá te habló de una mujer a la que ama mucho y con la que se casó, pero que debido a un problema no podíamos vivir juntos? -pregunté, viéndola asentir- Pues esa mujer es la chica bonita que está en la puerta.
-¿De verdad, papi? -preguntó sorprendida, y asentí.
-Ella tiene una condición que le hace temer a los desconocidos, y por eso... quizás sea difícil que se adapte a conocerte, pero... está dispuesta a intentarlo -expliqué- Así que si la ves retroceder cuando te acercas, no pienses que no te quiere, es solo por lo que te dije.
-Lo entiendo, papi, soy una niña lista -respondió, y sonreí con orgullo.
-Lo sé, mi amor, siempre has sido muy inteligente -contesté, poniéndome de pie y tomando su pequeña mano para dirigirnos a casa.
Desde la distancia, podía sentir la ansiedad de AnSol, quien después de vernos caminar hacia ella, desvió la mirada hacia dentro y luego de nuevo a nosotros.
Quizás pensaba en correr dentro y cerrar la puerta, dejándonos fuera, pero si esos eran sus pensamientos, ¿por qué no se movió?
-AnSol -dije, deteniéndome a unos pasos de ella, notando cómo bajaba la mirada de mis ojos a Gala- si no estás lista para esto, podemos...
-Hola, muñeca -interrumpió, extendiendo su mano a Gala, quien se acercó sin dudar y la tomó- Qué niña más hermosa -dijo con voz temblorosa, lo cual me motivo a acercarme.
-Hola, mi nombre es Gala -se presentó mi hija, y vi cómo la sonrisa de AnSol se ensanchaba- ¿Y tú cómo te llamas?
-Soy AnSol, pero puedes llamarme Sol si prefieres -respondió, dejando un beso sonoro en la pequeña mano de Gala-.Lamento mucho que tengamos que conocernos después de tanto tiempo, no tenía idea de que...
-No te preocupes, mi papi ya me explicó que quizás es difícil para ti adaptarte a mí -la interrumpió Gala, dejándome ver la sorpresa en los ojos de AnSol.
-No me es difícil adaptarme a ti, solo los adultos me dan miedo -respondió, y esta vez el sorprendido fui yo- Solo que papá no lo sabía y por eso actuó sin preguntar.
-En mi defensa, puedo decir que...
-¿Entramos? Tengo algo preparado para ti -agregó AnSol, cambiando el tema y llevando a Gala adentro.
Al entrar después de reprocharme por no haber hablado antes con ella sobre esto, me sorprendí al encontrar un hermoso cartel de bienvenida, un pastel con velas encendidas y varios regalos envueltos junto al pastel.
No podía creer que mientras yo dudaba de que AnSol rechazaría a Gala, ella estaba nerviosa por la preparación que había hecho en el tiempo que me llevó ir a la casa de mis padres y buscar a mi hija.
Sé que se enojará al saber que no empaqué ninguna pertenencia de Gala, pero puedo ir por ellas después de que duerma su siesta habitual.
-AnSol... -empecé, con las lágrimas a punto de salir, viéndola girar hacia mí y negar con la cabeza.
-Si te pones a llorar ahora, Gala pensará que estamos en malos términos, así que te pido que no lo hagas -intervino, y asentí, secándome rápidamente los ojos.
-No te preocupes, Sol, estoy acostumbrada a verlo llorar cada vez que llegaba a casa -comentó Gala, y abrí los ojos sorprendido- Mi papi es muy sensible -añadió, dejándome escuchar la risa de AnSol, quien volvió su mirada hacia mí.
-¿Llorabas cada vez que volvías a casa?