Capítulo 8 8

Ansol Ludovic.

Una vez finalizado el peinado en la linda Gala, me siento frente a ella y lleno mis ojos con la hermosa imagen.

De cierta manera me veo reflejada en la pequeña, aunque la diferencia entre ambas es que ella no llegó a conocer a su madre y yo la perdí casi a su edad.

Era una niña dulce que no tenía problemas con aceptar a nuevas personas en su vida, tal cual lo era yo pero... Algo había cambiado en ese tiempo, algo que no recuerdo pero lo que fue la principal causa de mi trauma.

Estaba por iniciar una conversación nueva con ella, pero entonces mi móvil comienza a sonar y me pongo de pie para tomarlo y atender, mientras me acerco a la pequeña y acaricio su cabeza.

-Dime papá ¿a qué se debe tu llamada? -pregunté oyéndolo contestar del otro lado -Sí, ya hemos hablado y resultó ser que tenías razón, nada era como yo lo pensaba -contesté, riendo ante sus "Eres terca como mula" -Digamos que tengo de quien heredarlo -añadí oyéndolo reír -sí, ya la conocí y estamos juntas ahora -respondí, dejando un suave beso en la cabeza de la pequeña -fue a casa de sus padres por las pertenencias de Gala -dije con una sonrisa -jaja de acuerdo, se lo diré cuando regrese. Bien, un beso, yo también te amo.

Al finalizar la llamada siento los brazos de mi esposo envolverme por la cintura y sonrío al obtener un beso en mi mejilla por su parte. Me exalto un poco ya que no oí la puerta abrirse, pero me tranquilizo al oír su "estoy en casa".

-¿Qué dijo mi suegro? -preguntó mientras dejaba suaves besos en mi cuello y los bajaba poco a poco hasta mi hombro.

-Quiere que te tomes unos días para estar con nosotras y recuperar el tiempo perdido -contesté, dándole a entender con mi mirada lo que quería decir.

-Si supiera que en eso no perdimos tiempo -contestó y reí girándome a él para luego besarlo con todo el amor que tenía guardado.

Luego de que rompiéramos nuestro beso, se acercó a la pequeña Gala y besó una y otra vez sus mejillas.

-¡Estoy comiendo! -se quejó la pequeña, haciéndome sonreír como una tonta ante el acto tan hermoso de mi esposo.

-Ese peinado que traes está ¡precioso! -dijo Gray sin tomar importancia a la queja de Gala y volviendo a besarla una y otra vez.

-¡Papá! -se quejó una vez más, provocándome cierta ternura.

Me hubiera encantado seguir presenciando la hermosa escena donde mi esposo molestaba a su hija y esta se enojaba con él, pero mi móvil sonó haciéndome recordar que tenía unos archivos por revisar.

Sin interrumpir el momento padre hija, camino a mi despacho para luego rodear el escritorio y sentarme frente a la portátil. Al revisar el primer informe de ganancias y comparándolo con el archivo que a fin de cuentas Angie tuvo que traerme, noto que hay cierta diferencia en varios números.

Hasta dos meses atrás las ganancias eran mucho más elevadas, pero el mes pasado y el actual demuestran una baja en acciones, quizás mínima, pero pérdida igual.

-¿Qué sucede? -preguntó Gray al entrar y dejar una taza de café a mi lado.

-Mira la diferencia entre el mes anterior y este -señalé y él se acercó revisando el informe en la computadora y bajando su mirada a los archivos ya imprimidos sobre mi escritorio -si ninguno de mis accionistas renunció a su colaboración ¿cómo se explica esa diferencia?

-Malversación -contestó y me sorprendí -alguien está desviando dinero a otra cuenta, puedes verlo en estos movimientos de aquí -señaló y me acerqué más notando que tenía razón.

Había alguien causando estragos y ese alguien solo podía ser quien tenga acceso a las cuentas. Pero eran solo tres personas, el contador, Angie y mi padre. Claro que mi esposo y yo teníamos la total autorización a ello, pero no íbamos a robarnos a nosotros mismos. Mi padre tampoco tiene necesidad de quitar algo de mi empresa ya que él cuenta con varias a su cargo. Angie, por otra parte siempre fue mi mano derecha y quien se encarga de todo por mí. Entre descarte solo queda el contador, pero fue alguien puesto por Angie y dudo mucho que ella no escogiera bien a la persona que le confiaría las cuentas de la empresa.

-¿En qué piensas? -preguntó mi esposo y suspiré.

-El posible responsable de esto -contesté -después de nosotros solo hay tres autorizados a cualquier movimiento de las cuentas y son mi padre, Angie y el contador.

-Crees que quizás fue el contador ¿verdad? -comentó y asentí. Bien sabía que no me permitiría dudar de Angie, después de todo respondió en mi nombre en varias reuniones importantes.

-Si quieres puedes solicitar una reunión y yo iré personalmente a ver lo que sucede allí -sugirió y negué.

-Papá acaba de darte unos días libres para que pases con nosotras, no dejaré que los ocupes con los asuntos de mi empresa -respondí pasando las manos por mi cabello -encontraré la forma de resolverlo desde aquí.

-Solo serán unas dos horas, amor. No me llevará más que eso saber la razón del problema -insistió y giré a verlo -a menos que no confíes en mi buen juicio.

-Confío plenamente en ti, solo no quiero cargarte con mis asuntos teniendo ya que encargarte de la empresa de papá -contesté y él sonrió dejando un suave beso en mis labios.

-No te preocupes mi amor, me gusta hacerte favores -añadió -ya que la forma de cobrarte me encanta.

-¿Y cómo piensas cobrarme? -pregunté sintiendo su mano acariciar mi pierna y poco a poco subir su caricia hasta tomarme de la cintura y ponerme de pie.

-Tú sabes cómo me puedo cobrar el favor -respondió y reí envolviendo su cuello con mis brazos para luego besarlo.

-Menos mal le doy un sueldo, sino me imagino cómo querría cobrarme -oímos decir a mi padre y giramos a verlo.

            
            

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