Capítulo 2 2

AnSol Ludovic.

¡Claro que era bienvenido en nuestra casa! Pero la sorpresa del momento me hizo formular muy mal mi pregunta, lo que claramente parecía disgustar a mi esposo quien me observaba.

-Lo siento, use una mala expresión -dije mientras dejaba mi taza de cafe y tomaba las carpetas con los archivos revisados -me extrañó verte en este horario, solo eso.

-Hay algo de lo que tenemos que hablar y quise aprovechar antes de que cada cual vaya a su trabajo -respondió y sentí mi corazón palpitar.

No dije nada por una serie de minutos. En los cuales me puse a pensar en el tema de conversación, pasando mil ideas por mi cabeza.

¿Cual era el asunto en esta ocasión? ¿Quizas el divorcio? ¿Quizas el anunciarme que tiene a alguien más? ¿Tal vez informarme de una vez la razón de su desaparición diaria?

Sea cual sea la razón, estaba provocando que mis nervios se disparen y mi cuerpo comience a temblar ante las ideas.

-¿Podríamos sentarnos un momento en la sala? -preguntó y muy temerosa asentí.

Luego de que él se fuera rumbo a la sala, mi boca dejó salir un fuerte suspiro, uno que quizás había retenido luego de sus palabras.

No sabía con exactitud que era lo que estaba pasando, pero decidí tranquilizarme preparando café antes de llevar mi presencia ante él.

Una vez obtuve las dos tazas listas, caminé a la sala dejando una delante de él y sentándome sin querer soltar la otra.

-Gracias -pronunció tomando la taza y bebiendo un sorbo del contenido.

Pese a que sólo fueron segundos, para mí pasaron horas viéndolo beber y llenándome de ansiedad al tener que oir aquello que tanto me atormentó durante dias, semanas, meses y años.

-Recibí tu mensaje en la madrugada, pero para cuando volví ya te encontrabas durmiendo -comentó dejando la taza sobre la mesa de centro, momento que aproveché a tomar mi móvil y revisar aquel mensaje que él decía le envíe.

Cariño:

Me gustaría hablar contigo ceniciento. esto de que te estés yendo todas las noches me llena de dudas y quisiera que por favor aclares lo que está sucediendo.

No pensaba decir nada, pero son tres años que vengo soportando lo mismo y la verdad llegó a cansarme.

Si es alguien más quien te está reteniendo, quiero que te sinceres conmigo y lo dejes claro. De esa forma cada quien podría continuar con su camino sin irrumpir en la vida del otro. ⁴:⅝√√

Mi cara fue un poema al leer el mensaje, pues no era consciente de haberlo enviado, pero si de escribirlo.

Recuerdo que borré varias veces antes de escribir éste y para cuando finalicé mis ojos se cerraron poco a poco.

-Puedo explicarlo -dije levantando mi mirada a él, notando como movía su cabeza negando.

-No vine hasta aquí para hacer acusaciones, sino porque considero que tienes razón y mereces una explicación ante lo que está sucediendo -contestó y deje la taza sobre la mesa debido a que mis manos comenzaron a sudar -AnSol, cuando tu padre me hizo la propuesta de matrimonio sabía que mi vida no era fácil. Por ello prometí ser un esposo atento, que pueda estar el tiempo suficiente en tu vida y del cual no tengas quejas -comentó -pero así como yo le informé de acontecimientos en mi vida diaria, él mencionó el hecho de que eras una mujer con problemas para socializar y que el involucrar más personas en tu vida pueda provocarte un ataque del cual no puedas reponerte.

-¿Entonces la razón de tu marcha se debe a que soy una mujer con problemas para rodearse de más personas? -pregunté y él negó.

-Como lo dijiste en aquel mensaje, hay alguien más en mi vida, alguien que me necesita más de lo que tu puedas hacerlo -añadió y sentí las lágrimas picar mis ojos, extendiendo mi mano para que se detuviera y me dejara procesar lo que estaba diciendome.

No todos los días tu esposo se sienta frente a ti y te dice que hay alguien más en su vida, por ello es que el tener que procesar todo repentinamente puede llegar a doler de una forma inexplicable.

-No es lo que estás pensando -agregó y negué poniéndome de pie, caminando de un lado a otro mientras sacudía mis manos y ahogaba ese desgarrador llanto que quería desprenderse de mi garganta -por esta razón no quería hablarlo antes contigo, sabía que podría hacerte daño -lo escuché decir mientras corría a la cocina.

Sentía que me ahogaba, que algo pesado caía dentro de mí y me destrozaba el alma.

-Bebe un poco de agua -dijo al volver y acercar un vaso hasta mis manos.

-¡NO QUIERO BEBER NADA! -grite lanzando aquel vaso, agachandome luego con mis manos temblando para recoger el desastre que hice.

-¡NO HAGAS UNA LOCURA, ANSOL! -grito tomandome de la cintura y alejándome de los fragmentos de vidrio.

-Sueltame por favor -pedí mientras respiraba con rapidez -solo quiero recoger el lío que hice, no soy una loca que vaya a lastimarte.

-No me preocupa que me lastimes a mi, me preocupa que te lastimes tú -respondió y rei ante sus palabras, forcejeando con él hasta soltarme y caminar hasta lo que alguna vez fue un vaso.

-Que tenga problemas para socializar no me convierte en alguien capaz de lastimarse a sí misma por no poder aceptar la realidad que cae en mi cabeza -mencioné mientras juntaba los vidrios muy despacio y los llevaba a tirar en el tacho de la basura para luego apoyarme por la mesada y dejar salir ese pequeño llanto.

-Sol...

-Viniste por el divorcio ¿verdad? -pregunté con mi voz herida.

-Vine por una conversación, pero claramente no estás preparada para oírme.

-¿Y quien está preparada para oir que su esposo la vista por unas horas todos los días y luego se va porque tiene a alguien más? -pregunté sin girarme a verlo -Gray, dejame preguntarte algo -me giro a verlo -¿Alguna vez me amaste siquiera un poco?

            
            

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