El aire en el despacho de Adalberto era denso, cargado de tensión y un leve aroma a tabaco que parecía haberse impregnado en los muebles de cuero. La carpeta que Javier sostenía temblaba ligeramente en sus manos, mientras Isabela se inclinaba sobre el escritorio intentando descifrar lo que tenían frente a ellos.
-¿Qué significa todo esto? -preguntó