La Venganza del Magnate
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Capítulo 10 El Juego de Sombras

Valentina no pudo dejar de pensar en la carta. Las palabras seguían resonando en su mente, como un eco inquietante que no podía sacudir. Había creído que su vida había tomado un rumbo claro: un contrato de matrimonio con Alejandro, una unión de fachada, con la esperanza de que, de alguna manera, las cosas se suavizarían con el tiempo. Pero ahora, esa falsa seguridad se desmoronaba bajo el peso de la verdad oculta. Había algo mucho más oscuro detrás de todo esto, y no solo ella era parte de ese juego de poder. Estaba atrapada en una red que ni siquiera comprendía completamente.

El aire en la mansión se volvía más denso con cada día que pasaba. Valentina ya no podía ignorar la tensión palpable entre ella y Alejandro, como si cada conversación, cada mirada, fuera una batalla que ninguno de los dos quería librar. Pero la carta había abierto una grieta en su percepción de todo lo que creía saber. El poder, las alianzas y las amenazas no solo afectaban a él, sino también a ella. Y en algún lugar, en las sombras de este gran teatro, alguien estaba moviendo las piezas.

Esa mañana, después de tomar un desayuno que apenas había tocado, Valentina decidió que ya no podía seguir ignorando lo que estaba sucediendo a su alrededor. Se puso un abrigo ligero, cubriendo su figura con una bufanda que la envolvía con algo de confort, aunque no podía escapar del malestar que la atenazaba. Necesitaba hablar con Alejandro. Necesitaba saber más sobre la carta, sobre lo que realmente estaba pasando, antes de tomar una decisión definitiva sobre cómo seguir adelante.

Cuando llegó a la oficina de Alejandro, se detuvo por un momento frente a la puerta. El sonido de los teléfonos sonando y los murmullos de las conversaciones filtrándose desde dentro la hicieron vacilar, pero se obligó a dar un paso más. Tocó la puerta con suavidad, pero el sonido retumbó en sus oídos como si fuera una llamada a la guerra. Cuando escuchó un simple "Pasa", empujó la puerta y entró.

Alejandro estaba en su escritorio, rodeado de papeles, con una taza de café a su lado. Su rostro estaba concentrado, pero cuando la vio entrar, su expresión cambió ligeramente. No era la sorpresa lo que se reflejó en sus ojos, sino algo mucho más sutil: una advertencia no verbal. Valentina sintió que, a pesar de su intento de mantener el control, él ya sabía lo que estaba por decir.

- Necesito hablar contigo -dijo Valentina, con una voz que intentaba mantenerse firme. Pero, a pesar de su postura decidida, su corazón latía con fuerza, como si las palabras que estaba a punto de pronunciar fueran más arriesgadas de lo que ella misma había calculado.

Alejandro no respondió de inmediato. Solo la observó en silencio, como si estuviera evaluando sus intenciones. Finalmente, dejó su bolígrafo sobre la mesa y se reclinó en su silla, con una expresión que oscilaba entre la paciencia y la irritación.

- Sé por qué estás aquí -dijo él, sus palabras lentas y calculadas. - ¿Qué es lo que quieres saber, Valentina?

Valentina respiró hondo antes de hablar, el peso de la carta en sus manos imaginarias, como una piedra que la hacía más pesada. Sabía que no podía seguir evitando las preguntas que la atormentaban.

- Sé lo que está pasando -dijo, con una calma tensa. - Sé lo que me oculta. La carta, las amenazas... todo lo que está en juego.

Alejandro no se movió, pero Valentina vio una sombra pasar por sus ojos. Un indicio de algo que ni él mismo estaba dispuesto a enfrentar completamente.

- ¿Qué significa todo esto, Alejandro? -continuó ella, dando un paso adelante. - ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Qué es lo que realmente estamos haciendo aquí?

Por primera vez, Alejandro pareció vacilar. Su mirada, siempre tan segura, ahora mostraba una grieta. No era miedo, no exactamente, pero sí algo cercano a la preocupación. Él había estado siempre en control, pero esta vez algo se le escapaba. Algo que Valentina no podía aún identificar.

- Esto no es solo sobre nosotros, Valentina -dijo, finalmente, su voz más suave, aunque todavía firme. - Esto es mucho más grande de lo que imaginas. Es una guerra de poder, de dinero, de sobrevivencia.

Valentina frunció el ceño, sus manos apretadas a los costados de su abrigo. A pesar de las respuestas vagas de Alejandro, algo en sus palabras la hacía sentir que había más de lo que estaba dispuesto a admitir.

- ¿Qué guerra? -preguntó, la incredulidad de sus palabras llenando la habitación. - ¿De qué estás hablando?

Alejandro levantó una mano, pidiendo silencio. Parecía como si las palabras se estuvieran construyendo en su mente, como si estuviera buscando el momento adecuado para dejar caer la verdad.

- Es una guerra que lleva años en marcha -dijo, con un tono que de alguna manera se tornó más personal. - Una batalla silenciosa entre las élites. Y tú... -su mirada se fijó en ella con una intensidad que la hizo sentirse pequeña, vulnerable. - Tú estás en el centro de todo esto, sin saberlo.

Las palabras de Alejandro resonaron en el aire, y por un momento, Valentina sintió que el suelo bajo sus pies comenzaba a temblar. ¿Qué significaba eso? ¿Era posible que todo lo que había creído acerca de su vida, acerca de su matrimonio, fuera solo una pieza más de un juego mucho mayor?

- Lo que está pasando ahora no es solo un acuerdo de matrimonio, Valentina. Es una estrategia. -Sus ojos brillaron, casi como si quisiera que ella entendiera lo profundo de lo que estaba diciendo. - Tú y yo... somos el eslabón final. Todo esto es parte de una alianza que va mucho más allá de ti, de mí, incluso de lo que has visto hasta ahora.

La mente de Valentina comenzó a dar vueltas, las piezas del rompecabezas cayendo lentamente en su lugar, pero creando más preguntas que respuestas. ¿Alianza? ¿Quién más estaba involucrado? ¿Qué tenía que ver ella en todo esto?

- ¿Quién más, Alejandro? -preguntó, sus palabras apenas susurradas, el miedo comenzando a crecer en su pecho. - ¿Quién más está involucrado en todo esto?

Pero antes de que pudiera recibir una respuesta, la puerta se abrió de golpe, interrumpiendo el tenso momento. Un hombre entró apresuradamente, su rostro serio, pero con una sombra de preocupación.

- Señor Ferrara, tenemos un problema.

Valentina miró a Alejandro, que ahora parecía completamente diferente. Ya no era el hombre distante y calculador que había conocido antes. Era el líder de un ejército, un hombre en medio de una batalla que no había elegido, pero que ahora lo tenía completamente atrapado. Su rostro se endureció, y con un gesto rápido, se levantó de su silla.

- ¿Qué sucede? -preguntó, con la calma tensa de quien ha estado esperando esta noticia.

El hombre, sin dar más detalles, dejó que Alejandro tomara la delantera. Sin mirarla, Alejandro se dirigió hacia la puerta, su porte de líder resurgiendo con fuerza. Valentina se quedó allí, paralizada, observando cómo él salía sin decir una palabra. Estaba atrapada, en medio de algo mucho más grande que ella.

Por un momento, la sensación de estar completamente sola la envolvió, como una nube oscura. No tenía idea de lo que realmente estaba pasando, pero algo le decía que se encontraba en el epicentro de una tormenta que podía destruirlo todo. El juego de sombras había comenzado, y Valentina ya no sabía si podía confiar ni en sus propios pasos.

            
            

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