La Venganza del Magnate
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Capítulo 8 La Mentira Comienza a Desmoronarse

La noche después de la boda fue interminable para Valentina. A pesar de los festejos, los brindis y las sonrisas forzadas de la familia y los amigos, todo lo que ella podía hacer era observar a su alrededor, sentir cómo el peso de la mentira se desmoronaba a su alrededor, y cómo sus propios sentimientos eran un caos de contradicciones. ¿Qué había hecho? ¿Acaso todo lo que había estado viviendo durante los últimos meses era solo una ilusión? Tal vez, tal vez no había forma de escapar ahora.

La mansión, que una vez le había parecido lujosa y majestuosa, ahora se sentía vacía, como un castillo de cristal a punto de romperse.

A medida que la fiesta continuaba en las habitaciones contiguas, Valentina se retiró a su habitación. No podía soportar más el bullicio. Necesitaba estar sola, aunque por poco tiempo. Se sentó frente al espejo, quitándose lentamente los adornos de su cabello, las joyas y el maquillaje que cubrían su rostro. Al hacerlo, se enfrentó a la realidad de lo que había hecho. No solo había sellado su destino con una firma. Había sellado su vida a algo mucho más oscuro y complejo de lo que había imaginado. Cada gesto, cada palabra, cada acción que había tomado en los últimos días parecía llevarla más y más lejos de la persona que solía ser.

La puerta se abrió sin previo aviso, y Valentina apenas tuvo tiempo de reaccionar. Alejandro apareció en el umbral, vestido aún con el traje de boda, pero sin la chaqueta. Su presencia en la habitación, que se había sentido tan distante y calculadora durante todo el día, ahora era diferente. Había algo en su postura, algo en la forma en que la observaba, que la hacía sentir más vulnerable que nunca. De alguna manera, sus ojos, siempre fríos, ahora parecían cargar con un peso propio, algo que Valentina no podía identificar.

- ¿Puedo entrar? -preguntó él, su voz baja, casi un susurro, lo que sorprendió a Valentina. No era común que él mostrara esa suavidad en su tono, y mucho menos en este contexto.

Valentina asintió lentamente, sin palabras, y él cruzó la habitación hasta llegar a donde ella estaba. Sin pensarlo demasiado, tomó una de las sillas cerca del escritorio y se sentó, sin dejar de mirarla, aunque mantenía una distancia respetuosa. Un silencio pesado llenó la habitación, y Valentina se sintió más incómoda que nunca.

Finalmente, fue Alejandro quien rompió el silencio, su voz grave y seria.

- Sé que esto no es fácil para ti -dijo, y aunque sus palabras no sonaban tan despectivas como de costumbre, Valentina pudo percibir la dureza que aún subyacía en ellas. Sé que esto no es lo que esperabas, y sé que las cosas entre nosotros no han sido... lo que deberían ser.

La sinceridad en su voz la tomó por sorpresa. No esperaba escuchar algo que sonara tan humano de él, tan cercano, incluso después de todo lo que había sucedido. Valentina lo miró fijamente, analizando cada palabra que salía de su boca, buscando alguna grieta en su actitud que pudiera revelar sus verdaderas intenciones. Pero todo en él parecía calculado, incluso cuando intentaba mostrar alguna empatía.

El silencio en la habitación se alargó, como un peso invisible que colgaba sobre ellos. Alejandro permaneció en su asiento, mirándola sin apartar la vista, mientras Valentina sentía cómo sus pensamientos se atropellaban en su mente. No podía entender qué estaba sucediendo. La imagen que tenía de él, construida a lo largo de los años, comenzaba a desmoronarse, pero eso no significaba que las piezas caídas fueran más fáciles de comprender.

La cercanía de él, la forma en que sus ojos no dejaban de estudiarla, la hacían sentirse incómoda, pero también extrañamente consciente de su propia vulnerabilidad. Alejandro no era el mismo hombre que conoció años atrás. Había cambiado, y ella también. Todo había cambiado.

Valentina suspiró profundamente, liberando algo del aire que había estado reteniendo en sus pulmones, y luego se inclinó hacia adelante. El gesto, casi instintivo, reflejaba la necesidad de hacer frente a lo que se estaba construyendo entre ellos, sin importar cuánto intentara evitarlo.

- Esto no es lo que esperaba -dijo finalmente, su voz resonando con una mezcla de cansancio y frustración. - ¿Sabes lo que me costó llegar hasta aquí? Lo que tuve que sacrificar para estar sentada frente a ti, diciéndote que aceptaba este... este acuerdo?

Alejandro no se movió, su mirada permaneció fija en ella, pero su expresión, tan impenetrable como siempre, parecía darle poco espacio para entender si sus palabras la tocaban de alguna manera. Sin embargo, algo en el aire cambió, como si un fragmento de la conversación anterior hubiera sido lo suficientemente genuino como para hacerle pensar.

- No tienes que explicarme nada, Valentina -respondió él con calma, pero sus ojos reflejaban algo que Valentina no pudo identificar de inmediato. Un resquicio de duda, quizás. - Sé que esto no es fácil. Y sé que... no te he dado muchas razones para confiar en mí.

Las palabras de Alejandro, aunque parecidas a las que habría esperado en cualquier otro momento, sonaron diferentes. Casi como si estuviera hablando desde un lugar más profundo, más vulnerable. Pero, al mismo tiempo, Valentina no podía dejar de preguntarse si era otra de sus estrategias. ¿Realmente quería que ella lo entendiera, o solo estaba jugando su parte en el guion que él mismo había escrito?

Ella no estaba dispuesta a ser una marioneta más en su juego. Su vida ya no podía depender de las promesas vacías, de los encantos que Alejandro pudiera poner en la mesa. A medida que la rabia comenzaba a hervir dentro de ella, Valentina decidió que era el momento de dejar las cosas claras. No tenía miedo de enfrentarse a él. De una forma u otra, tenía que recuperar algo de control sobre su vida.

- Tú... -dijo, alzando la voz un poco más, como si estuviera desafiándolo. - Siempre has tenido el control, Alejandro. Siempre has sido el que marca el paso, el que decide lo que sucede, lo que se siente... lo que se vive. Pero, ¿qué pasa conmigo? ¿Cuándo voy a dejar de ser solo una ficha más en tu juego?

La dureza en sus palabras hizo que la atmósfera en la habitación se volviera más tensa. Alejandro frunció ligeramente el ceño, pero, curiosamente, no respondió de inmediato. Se quedó en silencio, como si estuviera procesando sus palabras, como si, por primera vez, le estuviera dando un lugar a lo que Valentina sentía.

Finalmente, sus ojos se suavizaron, pero solo un poco.

- Nunca quise que te sintieras así -dijo con voz baja. - Lo que estoy haciendo... lo que estamos haciendo, no es solo por mí. No quiero que pienses que no tengo en cuenta lo que esto te está costando.

Valentina lo miró fijamente. ¿Qué estaba diciendo? ¿Era una disculpa, o solo otro intento por mantenerla en su lugar? No podía distinguirlo. Pero lo que sí sabía era que no podía seguir viviendo de promesas que nunca llegaban a cumplirse. No podía seguir siendo una espectadora en su propia vida.

- ¿Por qué haces todo esto? -preguntó, su voz ahora cargada de desesperación. - ¿Por qué?

Alejandro se levantó de la silla, acercándose a ella con pasos lentos, pero su presencia era tan abrumadora que parecía ocupar todo el espacio. Cuando estuvo frente a ella, se detuvo, y Valentina sintió que la distancia entre ellos se estrechaba, como si de alguna manera él estuviera intentando alcanzarla, aunque no sabía si era para consolarla o atraparla.

- Te lo he dicho antes -respondió él, su tono grave, pero suave, como si estuviera buscando la forma de explicarse sin que sonara a una justificación vacía. - Todo esto es por el futuro. La venganza, el contrato, todo... lo que estamos haciendo es necesario para proteger lo que hemos construido. Pero tú... -sus palabras se quedaron suspendidas en el aire, como si estuviera buscando las palabras correctas para continuar. - Tú eres más que una pieza en este tablero, Valentina. Eres parte de lo que estamos construyendo, incluso si no lo entiendes aún. Hay más en juego que lo que parece.

Las palabras de Alejandro la dejaron sin aliento. ¿Acaso no entendía lo que ella estaba diciendo? Valentina cerró los ojos por un momento, intentando procesar lo que acababa de oír. ¿Realmente le estaba hablando del futuro, de lo que estaban "construyendo"? ¿De qué hablaba exactamente?

- ¿Y qué pasa con nosotros? -preguntó, casi en un susurro. - ¿Qué pasa con lo que fuimos?

Alejandro dejó que un largo silencio llenara la habitación. No era una respuesta fácil, y Valentina lo sabía. Pero lo que más le preocupaba era que, en sus ojos, ya no veía la chispa de lo que alguna vez fue su relación. Aquella pasión, ese deseo, se había desvanecido, dejado atrás por la ambición y el odio.

- Lo que fue... -dijo finalmente, su voz casi inaudible. - Lo que fue ya no existe. Lo que estamos haciendo es lo único que tiene sentido ahora.

Valentina sintió un nudo en el estómago, pero no podía dejar que se notara. No podía permitir que él viera el dolor que sentía al escuchar esas palabras. Era cierto que todo había cambiado. Y la persona que ella había sido, la persona que había amado a Alejandro, ya no estaba ahí.

Pero, a pesar de todo, algo en su interior se rebelaba. Algo en ella aún creía que podía haber algo más entre ellos. No podía dejar que la desesperanza la consumiera, no cuando aún sentía que la conexión entre ellos, aunque tenue, aún existía.

- No sé si puedo seguir con esto -dijo, su voz apenas audible, pero llena de una firmeza inesperada. - No sé si puedo seguir siendo parte de este plan sin más, Alejandro. Sin saber lo que realmente quiero... lo que realmente eres.

Alejandro la observó en silencio, y por un largo momento, pareció considerar sus palabras. Finalmente, se inclinó hacia ella, acercándose tanto que Valentina pudo sentir el calor de su cuerpo.

- Tú y yo no somos lo que fuimos. Pero aún podemos ser lo que necesitamos ser, Valentina. -Su tono era grave, casi intimidador. - Si sigues cuestionando todo, vas a quedarte atrás. Y no quiero que eso te pase.

Valentina tragó saliva, enfrentándose a la realidad de sus palabras. Este juego de apariencias, este matrimonio de conveniencia, no era solo una cuestión de negocios. Era una cuestión de poder, de control, y de algo mucho más oscuro de lo que ella había querido creer.

Pero a pesar de todo, una parte de ella seguía esperando algo. Algo que quizás nunca llegaría.

            
            

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