El peso de una mano acariciando mi mejilla me despierta.
Era Mack, mirándome con dulzura y una sonrisa ladeada demasiado tierna. La yema de su pulgar acariciaba con delicadeza mi piel, haciéndome dedicarle una sonrisa embobada y creo que muy parecida a la suya.
-Buenos días.
Mi mano que anteriormente reposaba sobre su pecho, asciende para acaric