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Bajé mientras colocaba el broche de serpiente sobre el cuello del saco. Los demás ya se hallaban en el vestíbulo bien arreglados con trajes y vestidos caros y elegantes. Vi a Linda, Lucas y a Ellie tomarse fotos como unos ridículos.
Lorca, al verme, formó una expresión de desconcierto y horror. Se acercó a las escaleras con los brazos extendidos tipo «¿qué mierda?».
⏤¿Pero qué estás usando? ⏤me preguntó Lorca con algo de exasperación.
Bajé el último escalón.
⏤Un traje ⏤respondí con obviedad.
⏤Te di un vestido, uno muy lindo.
Sentí cierta satisfacción al verla tan molesta, pero contuve la sonrisa.
Solté un suave suspiro.
⏤Sabes que no uso esa clase de ropa, Lorca. Además, me veo muy bien con trajes ⏤tiré de las orillas del saco con una sonrisita. Hice énfasis en el «muy bien», dejando en claro que me sentía cómodo con ellos y que me veía demasiado sexy como para no seguir usándolos.
Lorca observó mi pecho, totalmente desconcertada y confundida, casi perpleja. Ah, eso.
⏤Espera, ¿y tus...? ⏤dejó la palabra «senos» al aire.
⏤Dieron un paseo ⏤me encogí de hombros.
Aquello la molestó todavía más. Lo noté en su mirada. Fue como echar gasolina al fuego.
Sabía cuánto detestaba que cambiaran sus planes. Lorca deseaba poder controlarme y así ser lo que ella siempre quiso que fuera: su niña perfecta.
Quise decirle «no lo lamento, Lorca. No podrás controlarme otra vez», pero tuve que callarme por esa vez. Ya se lo diría en otra ocasión.
De pronto Asher intervino:
⏤Cariño, debemos irnos ya o nos ganarán nuestros asientos ⏤le dijo con suavidad y le mostró algo en su celular.
Lorca exhaló.
⏤De acuerdo ⏤asintió, pero después me señaló con el dedo en modo de advertencia⏤: No hagas una locura, por favor. Compórtate de forma decente y no golpees a nadie, ¿de acuerdo?
Giré los ojos mientras soltaba un suspiro.
⏤Bien..a menos que se lo merezcan ⏤murmuré en un tono cantarín.
⏤¡Jen!
Alcé las manos reprimiendo una risa.
⏤Vale, vale...
⏤Dios ⏤suspiró, como intentando tener paciencia con su hijo problemático.
Negó con la cabeza y se dirigió a zancadas hacia la entrada, exasperada. Noté que Asher se detuvo un momento en mi broche: lo miró de forma rara, pero no dije nada al respecto ni él tampoco.
⏤Te ves bien, Jen. En serio ⏤opinó el hombre con afabilidad.
Hundí ambas manos en el interior de los bolsillos del pantalón y, con simpleza y cierto ego, dije:
⏤Lo sé.
(...)
Estábamos sentados sobre las sillas envueltas en una funda blanca y con la parte trasera con un brillante moñito dorado, ubicado en el encantador jardín del hotel. Una que otra persona me echaba una juzgadora o desconcertante mirada, pero que luego espantaba con mi mirada más amenazante, una tipo «muérete ya».
En cierto momento, mientras la parejita se decía sus votos, miré hacia atrás al percibir un olor muy familiar: mis ojos viajaron por el lugar de forma panorámica. Me detuve en la última fila, en la sección de los familiares/conocidos del novio, allí se hallaba nada más y nada menos que el Sr. Ace.
Me volví hacia a Lorca, la cual estaba sentada justo a mi lado.
⏤Ahora vuelvo ⏤le avisé en voz baja.
Apenas levanté el culo unos centímetros, cuando ella me sujetó del brazo y me hizo sentarme en un movimiento rapido. Sin siquiera mirarme y en voz baja pero firme, dijo:
⏤No.
⏤Iré al baño ⏤mentí.
⏤Aguántate. Es de mala educación irte en un momento así.
Fruncí el ceño y adopté una postura odiosa.
⏤Ah, ¿entonces es mejor que me explote la vejiga a ser maleducado?
Esta vez sí me miró. Tenía una clara expresión de molestia.
⏤Ahora no, Jen ⏤dijo, tajante.
Como si supiera lo que haría, en ese instante Eugene, quien estaba sentado frente a nosotros, giró la cabeza para verme. Apreté los labios, guardándome una grosería.
No quería hacer un escándalo y llamar la atención de todos, así que, de mala gana, me eché hacia atrás y mantuve la vista al frente en toda la ceremonia.
Al terminar, después del beso y cuando todos comenzaban a retirarse para ir hacia el salón, busqué al Sr. Ace con la mirada, mas ya no se encontraba allí.
⏤¿También lo sentiste? ⏤preguntó Mali.
En voz muy baja y disimuladamente, respondí con un simple «ujum». De pronto sentí a alguien sujetarme por el brazo.
⏤Vamos a atacar la mesa de bocadillos ⏤me dijo Eugene con cierto entusiasmo y me arrastró hacia el salón, impidiéndome buscar a mi jefe.
Bueno, en realidad fue la comida la que me había distraído.
Debido a que no podía comer cómodamente sin embarrar la máscara, cogimos mucha comida de la larga mesa de bocadillos y nos escondimos en la azotea. Después de tragar todo, Eugene comenzó a quejarse mientras frotaba su panza hinchada.
⏤Mi estómago duele... ⏤lloriqueó, dramático. Hizo una expresión de horror⏤. Tendré como seis hijos, Jen.
Antes de darle un sorbo a la botella de Champagne, dije:
⏤Yo escogo los nombres.
Su boca ahora estaba embarrada de chocolate y migas. Estábamos sentados sobre el suelo con la espalda contra la pared a un lado de la puerta. El cielo era un gran manto gris, yo ya no tenía la máscara y Mali dormitaba en el bolsillo de el interior del saco. Debía hacer frío, porque mi hermano tiritaba, además de que un sutil vapor salía de nuestras bocas al hablar.
Dejé la botella y el plato que segundos antes tenía galletas, ahora vacío, sobre el suelo y procedí a quitarme el saco para luego ponérsela a Eugene.
⏤Gracias ⏤expresó con cierto alivio al estar tapado.
⏤De nada. Igual podríamos entrar.
⏤Tonterías. Quiero estar presente cuando la primera nevada llegué.
No pasó demasiado cuando alcé la vista hacia el cielo, notando que algo, tan sutil pero notable, caía: nieve. Era la nieve.
⏤Ah, mira, Elsa ⏤le indiqué.
Eugene extendió una mano y observó a las pequeñas cositas blancas deshacerse entre su mano. Pareció emocionado.
La imagen de un mini Eugene de cuatro años, justo en esa pose y en la primera nevada, pasó por mi mente.
⏤Pide un deseo ⏤le dije.
Casi de forma abrupta, giró la cabeza en mi dirección. En sus grandes ojos marrones destelló la nostalgia y la alegría y noté que también se le humedecieron los ojos.
Justo en la primera nevada, cuando tenía cuatro años, no había dejado de llorar porque había visto a un aterrador muñeco de nieve en la casa de uno de los vecinos y algunos niños mayores del vecindario le habían dicho que ese muñeco de nieve era malvado e iría por cualquiera que lo hubiese visto. Para un niño pequeño que incluso creía que cuando llovía significaba que Dios lloraba, y entonces, ingenuamente, se pondría a rezar y a decirle cosas bonitas para animarlo; diciéndole que cuando muriera y fuese al cielo, le daría una rosa cada día por el resto de su eternidad para que así dejará de sentirse triste y solo, por supuesto que era creíble.
Y yo, en un intento por protegerlo del trauma y ciertas personas, le dije que la nieve lo protegería de el monstruo; solo debía pedírselo a los Dioses del invierno y, si era un buen niño, estaría a salvo. Evidentemente funcionó. Desde entonces, en todas las primeras nevadas le decía que pidiera un deseo, aun cuando ya no creía en ello.
⏤Pero ya se cumplió ⏤confesó con un hilo de voz. Su sonrisa tembló, pero no porque sus sentimientos lo hicieran⏤. Los Dioses del invierno te trajeron devuelta a mí.
Y me rodeó el cuello en un fuerte abrazo.
Mi corazón se contrajo al sentir la culpa por el dolor que le había causado mi repentina ausencia. Y me molesté. Me molesté conmigo mismo. Con él. Con todo y todos por causarle dolor a la persona más importante para mí, a quien se suponía que había prometido proteger de todo y de todos en el instante en que lo conocí: a esa pequeña criatura, a esa pequeña cosita rara que agarró mi dedo índice con sus diminutas manitas en cuanto lo toqué, y que al verme, por primera vez en mi vida, no lo hizo con odio ni asco ni rencor. Solo me vio a mí, y eso me hizo feliz.
Eugene me soltó.
⏤Lo lamento ⏤le dije con cierta dificultad. Sentí que mi voz se quebraría, yo me quebraría.
Hundió levemente las cejas, confundido.
⏤¿Por qué?
⏤Por no volver. Debí seguir intentándolo. No debí rendirme. No debí dudar en volver... ⏤pronuncié eso último con rabia y bajando la cabeza para no ver su cara decepcionada⏤. Te herí. Los herí... ⏤mi voz se quebró.
Una lágrima se escapó por mi ojo café. Lo oí sorber la nariz y luego poso su cálida mano sobre la mía, fría.
⏤Sé que no soportas verlas ⏤dijo con suavidad, comprensivo⏤. No conozco los detalles, porque te niegas a hablar sobre ello al igual que mamá, y, bueno, Linda ni siquiera estaba tanto en casa como para recordar algo, pero entiendo el porqué dudaste. Lo único que me importa es el que te quedaras en este plano, conmigo. Solo me importa eso. Solo debería importarnos eso...
Volví a mirarlo. Hundí las cejas, divertido y un tanto orgulloso.
⏤¿Desde cuándo te volviste tan maduro?
⏤Bueno, pasé mucho tiempo con el Sr. Asher y Leon.
⏤¿Leon? ⏤inquirí, extrañado.
⏤Leon me mostró las ventajas y el valor de la paciencia, entre otras cosas ⏤se encogió de hombros⏤. Es un hombre agradable al igual que el Sr. Asher.
⏤Bien ⏤asentí, serio⏤. Mientras menos te parezcas a una Thompkins, mejor para todos, incluyéndote.
⏤¿Sabes? Tú tampoco te pareces a mamá o a Linda... ⏤opinó, haciendo énfasis en cada palabra tipo «quizá y».
Negué con la cabeza.
⏤Lo único que me diferencia de ellas es el hecho de ser transformer. El que lo oculte no significa que no exista.
⏤El que te hayas dado cuenta debe significar algo.
⏤Tal vez.
Suspiró y extendió una mano hacia el tazón en frente suyo. Hundió las cejas al verlo.
⏤Se acabó la comida ⏤informó con cierta aflicción.
Enarqué una ceja, divertido.
⏤¿Y no qué tenías dolor de estómago?
Soltó un simple «jeje». No me sorprendió, nunca nos llenábamos del todo. Éramos como un pozo sin fin.
Suspiré y me puse de pie mientras me ponía la máscara. Yo igual seguía hambriento.
⏤Iré por más.
⏤Trae más de esas galletas rellenas de chocolate.
⏤Bien ⏤asentí. Una débil sonrisa surcó mi rostro⏤. Mientras tanto, pide tu deseo. Es tradición.
Respondió con un «okidoki».
Mali se quedó con él por seguridad, pues Eugene se negaba a seguir pasando por el interrogatorio por lo del moretón en su cara (otra de las razones por las que habíamos subido a la azotea). Hubieron algunas mujeres mayores que le besaban la mejilla para, supuestamente, hacerlo sentir mejor. Fue divertido para mí pero vergonzoso para él.
Usé el elevador. Cuando este se detuvo en otro piso, me encontré con un conocido: lo observé de pies a cabeza; vestía un traje de tres piezas azul oscuro, su cabello castaño oscuro estaba peinado hacia atrás y, naturalmente, usaba delineador negro sobre el lagrimal como solían usar algunos rockeros. Se veía elegante, casi aristocrático, pero aún conservaba ese estilo único, sexy y bohemio que tanto lo caracterizaba.
Al verlo ahora, siendo consciente de su increíble atractivo y de su imponente vigor, sentí una punzada en el vientre. Sentí como si mis dieciocho años quisieran tomar por fin control sobre mí. Quizá era el efecto secundario por haber ingerido su vigor. No lo sé. Solo supe que mis mejillas se sintieron calientes. Me sentí extraño, pero de una buena manera.
Me observó con cierto asombro y picardía, alternando la vista entre mi cuerpo y el reflejo del espejo detrás de mí. Me puso algo nervioso que me mirara de esa forma, con esa sonrisa suya parecida a la del gato de Alicia en el país de las maravillas. Era muy expresivo, por lo que si algo, o alguien, le gustaba/fascinaba, sería notorio.
⏤Sabía que el carmesí era tu color ⏤expresó el Sr. Ace luego de emitir un «wow».
Carraspeé en un intento de tranquilizarme y centrarme.
⏤¿Qué hace aquí? ⏤le pregunté después de que entrara en el elevador. Di un paso hacia atrás para mantener distancia⏤. ¿Acaso está siguiéndome?
Presionó uno de los botones y puso cara rara.
⏤Por Dios, no. No soy de esa clase.
⏤¿«Esa clase»? ⏤inquirí, curioso.
Pero hizo caso omiso a mi pregunta.
⏤Así que, ¿es este el compromiso que tenías? ⏤preguntó⏤. ¿Una boda?
⏤Lorca me obligó a venir ⏤asentí.
Me miró con confusión.
⏤¿Lorca?
⏤La mujer que se hace llamar mi madre ⏤aclaré con simpleza.
Emitió un «ah», pero luego sus ojos brillaron y lanzó la pregunta con cierto entusiasmo:
⏤¿Puedo conocerla?
Hundí las cejas.
⏤Creí que ya la conocía, y no.
⏤Pero no así ⏤refutó.
⏤¿Así cómo?
⏤Así ⏤nos señaló a ambos con el dedo índice con obviedad.
⏤¿En trajes? ⏤fingí no entender.
Me miró como diciendo «¿en serio?».
⏤Sabes a qué me refiero.
Suspiré.
⏤Escuche, si Lucas lo reconoce le dirá a Lorca y entonces ella me prohibirá salir. No podré escapar por la ventana porque pondrá guardias por todas partes ⏤hizo un mohín de duda, por lo que añadí⏤: La creo capaz de hacerlo. Quiźa no le importe yo, pero sí su reputación y la de su querido esposo.
⏤Dudo que Lucas hable. Fue él mismo quien me pidió discreción.
Negué con la cabeza, reacio ante la idea.
⏤El caso es que ella es superreligiosa y definitivamente no querría a un dueño de un club/burdel como mi pareja.
Una sonrisita divertida y pícara se dibujó en su atractivo rostro. Dio un paso con cautela hacia mí; nuestros pies estuvieron a centímetros de tocarse y tal proximidad me puso un tanto inquieto.
⏤¿Qué? ⏤le pregunté sin entender su diversión.
⏤Entonces..¿somos pareja? ⏤preguntó en un tono divertido y algo insinuante.
El embriagante olor de su vigor se coló por mis fosas nasales y con una alarmante rapidez me puso en un modo dócil, como un gato ante el catnip. Una pequeña sonrisita surcó mi rostro, preso del hambre y el embelesamiento.
⏤Bueno, usted mismo lo dijo... ⏤respondí en un tono insinuante.
Ante mi respuesta, el Sr. Ace entrelazó mi dedo índice con el suyo y comenzó un jugueteo de caricias con mi mano. Su tacto fue como poner una barra caliente sobre un cubo de hielo. Algo dentro de mí quiso salir.
⏤¿Qué piensa Mali? ⏤me preguntó a la par que ponía su otra mano sobre mi mejilla.
Estaba consciente de que solo había hecho la pregunta a modo de broma, pero por un segundo me paralicé por la sorpresa que tardé en responder.
⏤No.. No le agradaría la idea ⏤fue lo que salió de mi boca, intentando no sonar nervioso o algo similar.
Acercó su rostro más al mío, y en voz baja y decidida dijo:
⏤Lástima, porque ni pienso en retroceder.
⏤¿Incluso si lo muerde?
⏤Aun así.
La mano que seguía en mi rostro se movió y su pulgar viajó hacia mi boca. Le dio una ligera presión a mi labio inferior y, todavía observando la mitad de mis labios, hipnotizado, en una tenue pero firme voz, dijo a modo de orden:
⏤Quítatela.
De forma casi automática, cubrí sus ojos y con la otra mano me retiré la máscara. Arqueó las cejas, un tanto triste y decepcionado.
⏤¿Cuándo me dejarás verte?
⏤Cuando esté listo ⏤con rapidez le planté un beso en los labios antes que preguntara a qué me refería con eso.
Su boca se abrió casi al instante para mí. Una de sus manos me sujetó por la nuca y la otra descansó sobre mi cintura.
⏤Hmm, sabes a chocolate ⏤murmuró contra mis labios.
⏤Ah, sí, lo siento.
Sentí su sonrisa de gato.
⏤No, me fascina el chocolate. Me casaría con el chocolate si fuese una persona.
⏤¿Y yo dónde quedaría? ⏤pretendí estar ofendido.
Ensanchó la sonrisa, divertido y pícaro.
⏤Seríamos muy felices los tres, en especial yo...
Al siguiente momento, atacó mi boca con efusividad, como si quisiera saborear cada rincón en busca de más de ese delicioso dulce. El exquisito vigor entró en mí como una descargar de energía, haciéndome sentir bien pero un tanto mareado por la rapidez y cantidad con la que entraba.
Entonces recordé lo que me había dicho Mali: podía coger el vigor de las personas en cualquier momento, lugar o circunstancias, e incluso mostrar mi rostro, pero solo hasta que fuese capaz de controlar la hipnosis; y para ello primero debía fortalecerme, alimentarme lo suficiente. Solo entonces dejaría de necesitar el consentimiento para coger el vigor de los demás.
Sus besos, sus manos acariciando mi cuerpo, habían sido un claro: «Te deseo. Deséame también». Mi mano, todavía sobre sus ojos que evitaban que me viera, flaqueó por un momento. Tuve la tentación de bajarla para poder tocar todo.
En cierto momento, una de sus manos bajó por mi nuca e hizo lo mismo que aquel día frente al instituto de Eugene, a la par que creaba un camino de besos hasta llegar a mi cuello. No pude evitar cerrar los ojos y dejar escapar un débil pero audible gemido. Aquel movimiento con su mano en definitiva era algo peligroso.
Y entonces deseé más.
Más vigor.
Más contacto.
Mucho más contacto.
La mano que debía de estar sobre sus ojos sujetó con algo de fuerza su cabello perfectamente peinado hacia atrás, mientras que con la otra, todavía sosteniendo la máscara, hundí levemente las uñas en el hombro.
Él lo entendió como un «Hazlo», porque de pronto me pegó contra el espejo.
Sin sacar el rostro de mi cuello, bajó el cierre de mi pantalón, me alzó una pierna a la altura de su cadera y una de sus manos se coló al interior. Primero sus movimientos fueron algo lentos pero experimentados, tocando sobre la delgada tela. Se sentía bien, pero en algún punto tuve la necesidad de intensificar las cosas. En verdad lo necesitaba. Sin embargo, él quería provocarme, torturarme. Lo supe en cuanto se detuvo al dar con ese lugar en especifico: solo se quedó ahí, dando pequeños y lentos golpecitos sabiendo que debía aumentar la velocidad.
Gruñí. Este, al oírme, emitió una suave risa. Su fresco aliento golpeó mi oreja, haciéndome cosquillas:
⏤Pídelo.
La palpitación en esa zona era ya dolorosa, pero se intensificó al ser engañado. Mi cara y cuerpo ardían tanto que pronto comenzó a arderme los ojos.
Me salió en un jadeo:
⏤Más.
Le dio una ligera mordida a mi cuello al tiempo que metía su mano al interior de la tela, a mi intimidad, sacándome un suspiro. Después de eso fue más intenso; sus movimientos más rápidos y el vigor más abundante. Lo único que se oía, además de la música de elevador, eran los vergonzosos sonidos húmedos, mis jadeos y el Sr. Ace besando y mordiendo mi sensible y caliente piel.
Hasta que sentí al ascensor detenerse, borrando toda la magia.
Como si me hubieran echado un valde con agua fría, de forma abrupta me puse la máscara y lo aparté de un empujón. Este se tambaleó pero logró equilibrarse para no caer.
⏤¿Qué? ¿Me pasé? ⏤me preguntó, desconcertado y preocupado.
⏤Nos detuvimos ⏤respondí a la par que arreglaba mi ropa con rapidez.
El Sr. Ace observó mis movimientos con confusión. No veía el problema, por supuesto...
⏤¿Y? ⏤inquirió.
Las puertas de metal se abrieron antes que pudiese contestar. Cuando lo hicieron vimos a una persona de pie frente a nosotros. Al verme, su cara denotó cierto alivio.
⏤Ah, ahí estás. Ven conmigo ⏤expresó Lorca para después jalarme por el brazo.
Fruncí las cejas, siendo arrastrado a quién sabía dónde.
⏤¿Adónde me llevas? ⏤le pregunté, ceñudo.
Estábamos en el primer piso, pero no parecía que me llevaría devuelta al salón.
⏤Debes conocer a un amigo mío ⏤contestó con simpleza.
Miré hacia atrás un segundo. El Sr. Ace seguía ahí, pero solo se despidió con un simple gesto de la mano.
Para luego introducir dos de sus dedos en su boca, malicioso, y todo eso sin dejar de mirarme. Esa mano era la misma que había usado conmigo...
Al final Lorca me llevó a el jardín del hotel después de coger su abrigo y un paraguas, frente a una fuente con ballenas en el centro; del orificio de sus espaldas salía el agua a modo de cascada. Solo un hombrecito de traje negro se encontraba ahí, observando la fuente con cierta concentración y fascinación bajo su paraguas.
⏤Devi, Jen. Jen, Najid Devi ⏤nos presentó.
El hombre me miró con extrañeza, casi perplejo. Debía tener unos veintitantos; su ropa y el reluciente reloj que descansaba sobre la muñeca que sostenía una copa parecían caros. Tenía pésimo gusto en colonias, porque su olor era desagradable incluso para mí.
De pronto parpadeó, dejó su copa sobre la fuente y extendió su mano hacia mí, y yo, confundido, la estreché.
⏤Es un placer, Jen ⏤su voz, al igual que su nombre, sonaba extranjera⏤. Tu madre me ha hablado de ti. Es..es un lindo traje el que llevas...
Le lancé a Lorca una mirada tipo «¿qué carajos hago aquí?», pero ella me ignoró por completo y prosiguió.
⏤¿Ya le dije que a Jen también le fascina la música? De hecho, cuando era más joven tenía una banda.
⏤¿Ah sí? ⏤inquirió con interés⏤. ¿Qué tocaban?
Respondimos al unísono:
⏤Clásica.
⏤Rock and roll, y algo de pop, pero solo cuando lograba convencer al otro guitarrista.
Najid pareció confundido, pero Lorca, ahora rígida, se apresuró a cambiar de tema tan rápido como se había rendido a cuidarme:
⏤Jen, ¿sabías que el Sr. Devi es dueño de una enorme y muy reconocida corporación en Estados Unidos? Es muy joven y ya ha hecho mucho, ¿no es fascinante?
⏤Ajá. ¿Ponemos hablar? ⏤le eché un rápido vistazo a Najid⏤. A solas.
Miró a Najid pese a que la había cogido por el brazo, llevándola al otro extremo del jardín:
⏤Discúlpanos un segundo, Devi.
⏤Claro ⏤asintió.
Nos alejamos lo suficiente como para que no nos escuchara, a un lado de unos pequeños arbustos bien cortados, ahora bañados en un hermoso y brillante manto blanco. El viento comenzaba a golpear el cabello de las personas con una ligera fuerza. Lorca parecía tener frío, porque tiriteaba bajo el abrigo.
⏤¿Y? ¿No es lindo? ⏤me preguntó con una sonrisa ¿pícara?
⏤¿Qué intentas, Lorca?
⏤¿De qué hablas?
⏤Vamos. ¿Por que me presentaste a este tipo?
⏤Es un buen hombre ⏤alzó los hombros, pero detecté otra intención. Siempre había otra intención detrás.
Giré los ojos.
⏤Trabajaré en una cafetería si tanto te molesta que no haga nada.
⏤¿Quién habló de trabajo?
⏤¿Quieres que vuelva al instituto? ⏤pregunté, ceñudo y levemente inquieto.
Negó con la cabeza.
Entonces entendí todo.
⏤No.. No... ⏤retrocedí mientras negaba con la cabeza, pero con rapidez me sujetó por los hombros antes de que escapara.
⏤Najid Devi es un muy buen candidato. No es feo, es cortés y~
⏤Y adinerado ⏤enfatice, sabiendo que era lo más importante para ella.
Suspiró, como intentando recuperar la paciencia.
⏤Tan solo dale la oportunidad de escucharlo. ¿Quién sabe? Tal vez hasta te agrade.
⏤¿También te dará dos cabras y un caballo? ⏤escupí, afilado.
⏤Ay, ya basta ⏤me soltó en un gesto de exasperación. Entonces, como si un pensamiento hubiese cruzado por su mente, achicó los ojos en mi dirección⏤: A menos que tengas a alguien más y por eso te niegues tanto...
Quizá se había percatado de la presencia del Sr. Ace en el elevador y ahora quería saber si teníamos alguna clase de relación.
⏤Por supuesto que no ⏤me apresuré a decir, todavía frunciendo las cejas.
⏤Entonces no veo porqué no puedes salir con él.
Apreté la mandíbula. Mierda.
Esa tonta sonrisa suya volvió al ver que no seguiría negándome.
⏤¡Estupendo! No te arrepentirás.
«Lo dudo»
Dado terminada la conversación, Lorca llamó a Najid y lo hizo invitarme a bailar. Una canción lenta, claro.
⏤¿Puedo preguntarte algo, señorita Thompkins? ⏤habló de pronto el hombrecito, ahora en medio de la pista de baile.
⏤«Él», y sí, pero no te aseguro si contestaré o no.
Desde ahí podía ver a la pareja recién casada. La frase «a veces el amor es ciego» fue quemada esa noche. Las personas no dejaban de hablar sobre el físico del marido, diciendo que la mujer merecía más considerando lo bella que era.
Pero la mujer parecía feliz. Tenía esa mirada tan rara que muy pocas veces veía en la gente. Ese brillo en los ojos, esa fijeza con la que le veía como si quisiera capturar cada gesto y esa sonrisa tonta al ver a su pareja, pero no burlesca si no...sincera. Supuse que así se veía la cara de una persona feliz y enamorada.
Y por un momento, por un pequeño y fugaz instante, quise volver a experimentarlo.
La voz de Najid me sacó de mis pensamientos:
⏤¿Qué escondes debajo de esa máscara tan extraña? ¿Alguna deformación? ⏤preguntó con ese acento extranjero suyo.
Carraspeé, volviendo a la normalidad.
⏤Tal vez.
⏤¿Planeas dejar de usarla? Digo, en algún momento tú~
⏤No ⏤zanjé.
Justo entonces, cerca de la entrada, alcancé a ver una cara familiar. Le hice una señal de auxilio, esa de apretar y cerrar la mano. Este, desconcertado, alternó la vista entre su persona favorita y en mí.
Dudaba un poco en que iría a salvarme, pero tenía que intentarlo.
No muy lejos de nosotros, Lorca, quien bailaba con Asher, me hizo una seña como diciéndome que sonriera. Lo intenté, mas solo me salió una mueca rara.
⏤¿Piensas continuar tus estudios? ⏤continúo Najid.
⏤No lo sé. Lo dudo ⏤contesté con simpleza⏤. ¿Qué? ⏤inquirí al ver su expresión.
⏤Bueno, tu madre me contó que eras la segunda mejor del instituto. Quizá~
⏤El segundo.
⏤¿Disculpa?
Suspiré con resignación en cuanto vi la cara que puso Lorca. Su mirada me dijo un «Contrólate». ¿Aprendió a leer los labios o qué? ¿Y por qué ahora sí me ponía atención?
⏤Olvídalo.
⏤Oh, tu broche es interesante. Creo haberlo visto en alguna parte. ¿Es plata real?
⏤Ah, sí. Fue un regalo.
⏤¿De algún amigo o..novio?
Sabía que quería averiguar si me encontraba disponible al hacerme la pregunta.
«Dios, ya mátame...»
⏤Algo así. Es..complicado.
⏤Oh... ⏤carraspeó, un tanto nervioso⏤. Quizá te parecerá atrevida mi pregunta pero~
No pudo terminar, pues alguien le había tocado el hombro.
⏤Disculpe, ¿podría permitirme un baile con el caballero? ⏤le pidió Leon a Najid con afabilidad.
El hombrecito quedó perplejo ante la imponente altura del mayordomo, tal vez por eso fue que no se opuso cuando el rubio lo apartó con su gran cuerpo, robando así su lugar. Pareció que diría algo, pero solo balbuceó y al final, resignado, se fue.
⏤Mi salvador ⏤suspiré con alivio al ser liberado. Estuve a punto de descansar la frente en su pecho, pero me contuve⏤. Por un segundo creí que tendría que chocar con alguien para provocar una pelea y así liberarme de la extraña mezcla entre Jumin Han y Howard Wolowitz.
⏤Bueno, noté que estaba en una situación algo incómoda y tuve que venir.
⏤Todo un caballero. ¿Qué dijo Ellie?
De forma inesperada y un tanto aturdidora, Leon me dio una vuelta y al volver a sus brazos me hizo inclinarme hacia atrás con cierta elegancia y delicadeza. Una sutil sonrisa surcó su pulcro y maduro rostro. La tenue luz de detrás de su cabeza lo hizo parecer un ángel, el cual había sido enviado para acabar conmigo mientras recitaba ese absurdo, patético y trillado discurso sobre el porqué los ángeles y los demonios eran enemigos.
⏤Ella estará bien ⏤respondió antes de alzarme.
⏤¿Pero y si ensucia su babero? ⏤fingí preocupación.
⏤¿Insinúa que la sobreprotego? ⏤preguntó con calma, pero su ceño se frunció.
⏤No insinúo. Es lo que haces.
⏤Tonterías ⏤resopló.
⏤Te vi espantar a cada chico que se le acercaba o la miraba demasiado ⏤dije con obviedad⏤. No sé si estás enamorado o que pero~
⏤¿Enamorado? ⏤inquirió como si fuese absurdo y ridículo. ¿Lo era? ¿Por qué?
⏤Si no es eso, entonces, ¿qué es? ¿Por qué parece importarte tanto esa chica?
La música se detuvo en ese momento. No me había dado cuenta de que ya no nos movíamos hasta que las luces volvieron a la normalidad. Las personas comenzaron a dispersarse. Sus manos me soltaron y no tardé en sentir el frío de la separación.
⏤Solo hago mi trabajo ⏤dijo de forma conclusiva.
Me dio la espalda y se marchó, dejándome con mucha más intriga.
De pronto recordé algo:
⏤Mierda, Eugene.
_______
Pero~ Ace 😏