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Comencé a despertar poco a poco. Por la superficie suave en la que estaba acostado, debía tratarse de una cama. No abrí los ojos, solo sujeté con firmeza a la dura y calientita cosa que abrazaba.
Por alguna razón pensé en el Sr. Ace, o en él, que aunque siempre había sido de complexión delgada, se había ejercitado por mucho tiempo hasta ganar fue