Se empezaron a oír gritos otra vez, los ahorcados de antes se sacudían de forma desagradable, a la vez que emitían gemidos de dolor, me fijé bien en ellos, tenían las piernas despellejadas, llenas de cucarachas, lo más impactante fue ver que estaban colgados de un alambre de espinos, totalmente retorcido, la oscuridad invadía el edificio, las luces parpadeaban, todo era agobiante y repulsivo.
Una especie de insecto volador con cuerpo de araña se posó en mi hombro y me mordió, pero su mordida no era dolorosa, pero sí que era molesto el ardor que causaba, agarré al insecto, lo tiré contra el suelo y lo pisé con fuerza.
Pero del suelo empezaron salir más y más, algunos se posaban en los cadáveres, y otros venían a por mí, fue cuando decidí empezar a correr por todo el centro comercial.
No me detuve a observar las grotescas criaturas que salían de las paredes, pero al doblar una esquina me volví a encontrar al gigante, como siempre descuartizando a las demás bestias, me giré para huir por donde había venido, pero al otro lado se acercaban más insectos voladores.
Solo me quedaba la opción de la puerta de la derecha, la cual tenía un cartel que informaba que eran los aseos, allí dentro no había mucho que hacer, salvó observar un pequeño detalle, el espejo no reflejaba la pesadilla, sino el mundo real, me acerqué un poco más, y efectivamente, en el reflejo todo estaba iluminado y en paz, pero la figura del gigante apareció justo al lado mío, me giré rápidamente, pero no había nada.
Dejé de prestar atención al espejo, y probé a escapar por la ventana, pero cuando me acerqué a la pared donde estaba dicha ventana me dio la sensación de que se alejaba, que nunca la alcanzaba, así estuve durante unos minutos.
Dejé de insistir en escaparme por allí, cuando me giré me llevé una sorpresa, toda la sala era un espejo gigante, y en ellos empezaron a aparecer miles de caras repugnantes, con los ojos blancos, con unos cuantos alambres de espinos oprimiendo la mandíbula, empezaron a reírse de mí, y sacaron a lucir sus asquerosas lenguas, pero antes de que me pudieran atrapar escapé de aquellos baños.
Fuera todo había cambiado, ya no era un pasillo largo, ahora solo tenía una pequeña porción de suelo y unas escaleras que solo daban lugar a un precipicio, las bajé lentamente, en el abismo había una gran cara monstruosa con sus dos ojos amarillos y sus afilados dientes, no paraba de mirarme con el deseo de devorarme.
Subí de nuevo las escaleras, ahora ya había un poco más de pasillo, pero solo daba al ascensor, entré dentro, sin haberle dado a un botón este empezó a bajar solo.
Allí dentro presencie un acontecimiento espectacular, pero aterrador a la vez, si miraba para arriba veía el mundo de la pesadilla, si miraba para abajo veía el mundo real, y a medida que descendía la pesadilla engullía al mundo real, la luz era cubierta por oscuridad y sangre, la misma sangre que manchaba los cristales del ascensor, pero más susto me llevé cuando un monstruo de cuatro piernas se aferró a la parte superior del ascensor, y con bruscos y violentos golpes luchaba por entrar al interior.
Poco a poco lo conseguía con sus afiladas garras, yo solo deseaba llegar cuanto antes al suelo, pero aquel bicho seguía rompiendo la cabina, por fin llegué a la planta baja, desde que se abrió la puerta salí corriendo hacia la salida, pero el monstruo me persiguió, estaba a punto de alcanzarme cuando abrí la puerta, pero solo unos segundos me salvaron de morir.
Afuera todo estaba normal, la gente paseaba tranquilamente por la calle, no había rastro del autobús accidentado, y la pesadilla se quedó en mi memoria ¿Qué demonios estaba ocurriendo?