Al día siguiente, nada más levantarme y desayunar, bajé a la estación de metro para coger el transporte antes, pero no llegué a tiempo, tuve que sentarme a esperar en un banco cercano, me estaba desesperando.
Dirigí la mirada hacia el andén de enfrente, no vi nada, era muy extraño, era un día normal, debería haber gente, muchísimas personas, pero no había ni un alma, pero tras pasar un metro apareció una sombra, la misma sombra del cuarto, rígida como antes, observándome.
Rápidamente sentí como todo se silenciaba a mi alrededor, parecía que todo se derrumbaba y solo yo me quedaba en aquel metro, ya no se oía el rápido andar de las personas y el rodar de sus maletas por el suelo, no se oía el sonido que anunciaba la llegada del tren, otra vez solo ante un lugar vacío, incluso la estación cambio de aspecto, pareciéndose a la que había en mi ciudad natal.
Mi cabeza empezó a dolerme, como si alguien por dentro la golpeara, empecé a ver todo borroso, la sombra seguía allí, en el mismo modo, pero todo lo demás cambiaba, y el dolor aumentaba, empezaba a sentir calor por el interior de mi cuerpo.
-Observa el pasado, no lo ignores- la sombra de forma repentina había aparecido sentada al lado mío.
En ese mismo andén había un banco enfrente de mí justamente, y cerca de la figura de Zoofie aparecí yo, estábamos sentados, parecíamos estar hablando de algo.
-¿Cómo te ha ido hoy Zoofie?
-Bien, ha sido un día divertido, mis compañeros son muy divertidos y educados, para ser el primer día no me ha parecido aburrido.
-Me alegro, seguro que así te irán todos los días.
-Oye Peter ¿Tu siempre estarás a mi lado?
-¿Qué pregunta es esa? ¿Acaso dudas cual sea la respuesta?
-No, pero me gusta que me la digas.
-No seas pesada, no te la voy a repetir mil veces.
-Sí, venga dímela por favor.
-No, calla.
-Por favor, por favor.
-Está bien- mi yo agarró las mejillas de Zoofie, le dio un beso en la frente y prosiguió hablando- pues claro que siempre estaré junto a ti.
-Recuerda que las promesas siempre se cumplen.
-Lo sé Zoofie.
Dejé de verlos y en mi cabeza una voz me empezó a chillar la última frase de Zoofie, me sentía incómodo, ella y yo siempre cogíamos la línea del metro para ir a casa, nos contábamos todo lo que había pasado en el día, pero yo en mi huida había olvidado estos momentos.
Sin poder anticiparlo, vi como el metro de enormes dimensiones pasaba por delante de mí a una exagerada velocidad, hizo sonar la campana que avisaba de su llegada, asustado retrocedí unos cuantos metros, mientras el transporte seguía en movimiento, cuando ya me dejó ver el otro andén todo había cambiado, las paredes se estaban oscureciendo, los carteles se caían al suelo, las luces parpadeaban sin control, pero una voz proveniente del último vagón de aquel metro me desvió la atención del aspecto de aquel lugar, la voz era de Zoofie, golpeaba la ventana con sus manos.
-¡Peter, ven, no te vayas! ¡Peter, soy yo, escucha, no desaparezcas, sálvame!- comencé a correr detrás del metro todo lo deprisa que pude, pero a Zoofie la acuchillaron desde el interior, la sangre suya coloreó todo el cristal del vagón, cansado y sobrecogido caí de rodillas.
-¡Nooo! ¡Por favor no!, lo siento, no he sido capaz de conseguirlo, perdóname, perdóname- en medio de mis lágrimas e impotencia se empezaron a oír unas pisadas fuertes, la puerta del vagón se abrió y el cuerpo de Zoofie fue lanzado, rodó hasta acabar cerca de mis rodillas, estaba totalmente ensangrentada, sentí que la había perdido para siempre.
-¿Sentiste lo mismo cuando me abandonaste?- dijo su cadáver a la vez que abría los ojos- huye como siempre has hecho.
Se volvieron a oír las pisadas fuertes de antes, del mismo vagón salió un gigante, medía casi tres metros, de complexión fuerte y ancha, todo su cuerpo estaba ensangrentado, se le notaba las venas en los brazos, uno de ellos agarraba una gran cuchilla, vestía un traje con una textura parecida a la de piel humana, y su cinturón era un intestino, pero lo más aterrador era su cabeza, llena de gusanos, impedían ver sus ojos, pero no ocurría lo mismo con la otra media parte de su cara, la cual estaba totalmente descubierta, y tenía mis características faciales.
Todo esto lo pude observar mientras estaba detenido frente a mí, pero cansado de esperar comenzó a andar hacia mí con intenciones de matarme.