Las sirenas de la estación comenzaron a sonar de manera estridente, agobiándome, corrí sin mirar atrás, el gigante aún me seguía, pero no parecía ser muy rápido, así que lo perdí de vista cuando entré al interior de la estación, este estaba manchado de sangre por todos lados, los papeles informativos hecho trozos decoraban el suelo, las luces parpadeaban y la oscuridad parecía dominar en la parte más profunda del edificio.
De repente oí los pasos del gigante muy cerca de mí, corrí a esconderme detrás de unas cajas, curiosamente contenía periódicos. El gigante rompió la puerta de un golpe, todos los pedazos de ella se dispersaron por el suelo, acompañados de un ruido impactante.
La sombra del gigante entraba poco a poco por allí, y ya luego apareció su figura en carne y hueso, se detuvo justo donde mi escondite le quedaba a su lado derecho, yo mientras mantenía como bien podía mis ganas de gritar y de salir corriendo, apretaba los dientes con fuerza, temblaba sin control, y todo esto aumentó cuando la cabeza del gigante se giró hacia donde yo estaba, parecía estar seguro de que yo me escondía ahí, pero sin alguna explicación salió por la puerta que había roto antes, y desapareció en la oscuridad.
Más tranquilo ahora me tomé unos minutos de respiración, pero no pudieron ser más porque del techo empezaron a caer gotas de sangre que irritaban mi piel, y las que caían al suelo lo trasformaban en cenizas, haciendo que este cayera al vacío, así poco a poco el suelo fue desapareciendo hasta que se detuvo a unos pocos metros de mi posición, la curiosidad me llevó a asomarme otra vez al vacío, abajo un río de sangre discurría con fuerza, pero en los bordes habían depositados millones de cadáveres, brutalmente torturados, pero entonces el suelo siguió desapareciendo, no debía caer ahí, empecé a correr, y de las mismas cenizas salían unos brazos horrendos, más adelante empezaron a salir del mismo suelo un monstruo, tenía un torso largo, despellejado, con numerosas heridas abiertas, no tenía ni brazos, ni cabeza, pero si poseía cuatro piernas en una postura parecida a la de las arañas, y caminaban rápido para matarme.
Tampoco ellos eran amables, intentaban alcanzarme escupiéndome vómitos mezclados con sangre, así que no me quedaba otra opción que no fuera la de salir corriendo por aquel panorama, corrí y corrí, evitando mirar a los lados, que era por donde también salían esas bestias, para añadir más tensión el suelo volvía a quebrarse y a desprenderse por donde yo pisaba, impidiéndome volver sobre mis pasos.
El sonido de aquel lugar era estremecedor, la alarma del tren, los gritos de dolor y desesperación, los pasos del gigante y el arrastrar de su cuchilla metálica, susurros que parecían decir algo, pero que yo era incapaz de entenderlos al completo, mis ojos nerviosos casi no podía ver con claridad mi alrededor, gotas de sudor empezaron a deslizarse por mi tez.
De repente un tentáculo me agarró de la pierna derecha, haciéndome caer al suelo, tras hacerme caer empezó a tirar de mí con bastante fuerza, queriéndome llevar al vacío, al mismo tiempo yo me agarraba como bien podía a una barra de metal cercana, pero aquel ser no se rendía, y aumentaba la fuerza con la que tiraba de mí.
Entonces apareció la figura de Zoofie delante de mí, pero estaba ensangrentada completamente, su mirada era de odio, pálida a más no poder, no se movía para nada, solo me observaba.
-¡Stefany sálvame, por favor, hazlo!- solicité su ayuda con dificultades para hablar.
-Uno a veces es arrastrado al infierno por las erróneas acciones de otros.
Y se fue corriendo hacia la oscuridad, entonces el gigante empezó a acercarse lentamente hacia mí, sostenía a un monstruo, cuando estuvo delante de mí, lo estranguló con gran fuerza, luego lo acuchilló y lo lanzó al abismo, me miró, yo suplicaba porque no hiciera nada, pero violentamente clavó la cuchilla sobre mi cuerpo.
Desde ese momento no recordé nada más, todo se volvió borroso, sin ruido alguno, sin monstruos por las cercanías, pensé que había muerto, pero más tarde me desperté en el mismo banco donde había empezado todo, y para mi sorpresa volvía a haber gente en la estación ¿Qué demonios había ocurrido? ¿Era real todo lo vivido? ¿Dónde estaba Stefany? ¿Stefany? ¿Por qué había dicho ese nombre? No conocía a ninguna mujer llamada así.
Miles de preguntas llenaron mis pensamientos, sin nada más que hacer abandoné la estación rápidamente.