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Camila
El calor subió por mi cuello hasta mis mejillas, y me mordí el labio mientras apartaba la mirada, intentando enfocarme en el secado de los platos.
-Tal vez tengas razón, -dije, con una sonrisa traviesa-. No quiero que piensen que estoy dándote clases de cómo secar platos.
Joaquín dejó el plato que estaba lavando y se giró hacia mí, con u
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