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Angélica
Me quedé observando a mi nuera mientras salía de la sala, intentando mostrarle seguridad.
Mi corazón aún estaba acelerado, pero no por nervios o una arritmia, sino por la bronca que me recorría desde la cabeza hasta los pies. ¿Cómo se atrevía ese tal Ramiro a tocar a la mujer de mi hijo?
Mi nuera, aunque todavía no era oficial, no pod
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