/0/16304/coverbig.jpg?v=1af157e86ad226580b4de8533906ea16)
Socorro
Había intentado llamar a Ramiro al menos cien veces en las últimas dos horas, y nada. El maldito no respondía.
Me recargué en el respaldo de la silla de mi comedor, con una copa de vino casi vacía entre los dedos, mirando por la ventana de mi departamento.
No había ninguna noticia. Ninguna. Ni un maldito titular, ni siquiera un rumor.
COPYRIGHT(©) 2022