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Camila
Me senté al borde de la cama de mi suegra.
Me sentía agotada. Las últimas 48 horas me estaban pasando factura, y no quería intoxicarme con el café del hospital.
Levanté la mirada para verla. Era difícil imaginar que alguien quisiera hacerle daño. Peor aún que ese alguien fuera su propia hija.
Ella apartó la vista de su hijo y me devolvi
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