-Mamá -dije sorprendida mientras la miraba, pero el asombro en su rostro arrebasaba el mío por mucho-. Estás aquí.
Oh Dios. Trágame tierra.
-Estoy aquí, querida. Y tú estás... -no terminó de completar la frase pues su mirada fue de abajo hacia arriba escaneando mi vestimenta con los ojos muy abiertos y una mueca.
Oh por Dios. ¿Por qué me pasaba