Tomé aire. Una vez, dos veces, tres veces. Después decidí no contar cada respiro pues sabía que los nervios me seguirían carcomiendo si no paraba. Alcé la mirada hacia el letrero del lugar, parecía ser un sueño el que por fin pudiese encontrarme ahí. No, no era un sueño. Era una mezcla de un buen sueño junto a una pesadilla que se estaba haciendo r