Maldije cuando sentí que siquiera podía ya mantenerse en pie por sí sola. Me aseguré de que nadie conocido me viese salir por la puerta trasera sacando a Valet por ahí. Estaba drogada. Habían drogado a Valet y no quería siquiera pensar en qué pudo haber pasado si yo no me hubiese percatado de ello. Probablemente Evans lo hubiese notado. O quizá no y hubiese pensado que la estaba pasando bien con aquel hijo de puta que la había drogado.
Tenía que sacarla de ahí. Tenía que sacarla de ahí lo antes posible. La cargué para que aquello fuese más rápido porque me hacía difícil el trabajo casi estando en un peso muerto, aunque Valet no pesaba era difícil pues parecía que sus pies se aferraran al pavimento. Esta balbuceó algo que no entendí. Me aseguré de que guardias conocidos no estuviesen en la entrada cuando pasé por la acera hasta llegar a mi auto. Lo abrí con dificultad debido a que llevaba a Valet en mis brazos, pero cuando la metí al auto y me coloqué de cuclillas a la par para ponerle el cinturón, esta volvió a decir algo.
-Hace calor -se quejó después riendo y haciéndose aire con las manos-. Voy... voy a quitarme... -balbuceó enderezándose en el asiento del copiloto y llevando sus manos al borde de la blusa que llevaba.
-No -se lo impedí antes de que pudiese seguir con aquella idea.
Sus ojos grandes me miraron, pestañeó unas cuantas veces y rió mirándome después con una sonrisa pícara.
-¿Por qué? ¿No te gustaría? -dijo coqueta después inclinándose a mí, pero me alejé.
-Valet, necesito que te estés quieta por ahora -tomé ambas de sus manos.
Bajó la mirada a mis manos sobre las suyas. Incluso detecté que hizo un leve puchero y cuando pensé que se pondría a llorar comenzó a reír.
-¿Después quieres que no me quede quieta? -preguntó mirándome con una ceja alzada.
Estaba mujer iba a colmar mi paciencia. Respiré profundo, apreté mi mandíbula y después me alejé para cerrar su puerta antes de que pudiese decirme algo más. Claro asegurándome de haber puesto el seguro para niños. Rodeé el auto y subí a este rápido. No quería que alguien nos mirara, ese era un lugar peligroso si se nos veía juntos. Así que en cuanto pude arranqué escuchando a Valet balbucear.
Arranque sin saber con exactitud a donde tenía que ir. Estaba drogada, no podía dejarla sola. Si había venido con alguien más entonces pronto detectarían su ausencia. Cosa de la que me tenía que encargar. Tenía que hacer que sacara todo rastro de aquella sustancia que había ingerido sin darse cuenta. De nuevo sentí querer volver para golpear a aquel chico así que apreté el volante con fuerza.
-Nunca quieres bailar -se quejó Valet a mi lado mientras se revolvía en el asiento-. Nunca quieres divertirte.
No dije nada. Si Valet me hablaba como si nada malo hubiese pasado antes entre nosotros, era el efecto de la embriaguez en su cuerpo.
Me alejé algunas calles, lo suficiente lejos de LAVO para volver a aparcar el auto en un lugar donde no había mucha gente. Miré de reojo que Valet miró a todos lados desconcertada y después me miraba a mí. Pestañeó unas cuantas veces y sonrió apoyando su cabeza en el respaldo de su propio asiento.
-¿Me sacaste de ahí para traerme aquí? -preguntó arrastrando las palabras.
Encendí el foco en la parte de arriba, me quité el cinturón y me giré en mi propio asiento para tomar a Valet del rostro haciendo que me mirara.
-Necesito que me mires -le dije buscando con la mirada la suya para poder ver qué clase de sustancia había usado aquel imbécil.
Aunque el chico me había dicho qué era lo que le había puesto a su bebida, no podía fiarme del todo. Y si fuese lo que él me había dicho, de todos modos, era algo alarmante. El GHB tenía distintos efectos, los cuales se estaban haciendo evidentes en Valet. Lo que me preocupaba era no saber con exactitud cuanto había ingerido.
Aquella sustancia en dosis bajas podía relajar a la persona, hacerla sentir ebria pero al mismo tiempo con mucha energía, felicidad, hablar mucho. Todo aquello ya asomaba en la persona de Val. Contando también que algunos efectos eran el sentirse afectuosa y juguetona, aumento de sensualidad, disminución leve de inhibición y aumento del deseo sexual. Cosa que las primeras dos ya estaban haciendo presencia en la personalidad de Valet bajo todos los efectos. Era por eso que aquella sustancia era la que usaban para drogar a las chicas y poder tener sexo con ellas sin riesgo a que estas se negasen o lucharan contra ello.
Maldije en mi mente de nuevo queriendo borrar cualquier idea de lo que pudo haber pasado de no haberla sacado de ahí.
Pero eso no era todo. La sustancia podía ser peligrosa. Así como Valet podía estar sintiéndose bien, en algún momento los mareos y las ganas de vomitar iban a ser alarmantes. Cosa que necesitaba que llegara ya para que pudiese sacar todo de su sistema.
Valet me miró por unos segundos, casi queriendo cerrar los ojos y negué.
-¿Vas a besarme? -preguntó y aunque una sonrisa quiso aparecer en mis labios por su ocurrencia, no pude hacerlo porque su estado no me tenía tranquilo.
-Valet, escúchame -hice que me pusiera atención-. Te drogaron. Estás drogada y no sé cuánto te dieron de esa mierda, pero necesito llevarte al apartamento y hacerte sacar todo rastro de eso. Necesito que me digas, ¿cuanto tomaste? ¿Qué fue lo que te ofreció ese chico?
Sus ojos verdes se quedaron fijos en mí por unos segundos. Mirándome y yo mirando como se perdía de nuevo en un limbo. Era evidente que su concentración no estaba del todo asertiva.
-Tomé... shots -arrastró las palabras subiendo sus manos a las mías que aún sostenían su rostro con el propósito de hacerle concentrarse-. Shots de tequila.
Sonrió casi como niña pequeña mostrándome su perfecta dentadura. Sus manos me acariciaron las mías y después ladeó su cabeza apoyándola en una de mis manos.
-Uh ya sé qué tomé -abrió los ojos de pronto volviendo a la Valet energética-. Un delicioso Sex on The Beach.
Su mirada se volvió casi oscura mientras me miraba de manera juguetona y se mordía el labio inferior. Cosa que comenzó a hacer de las cosas mucho más difíciles... para mí.
-Es delicioso sabes -colocó su mano en mi pecho y la dejó ahí-. La bebida, claro... el sexo en la playa nunca lo he probado. ¿Tú lo has hecho? En la playa. Sexo en la playa.
Apreté la mandíbula porque sabía cuales eran sus intenciones. Pero sabía que no estaba cuerda. Sabía que la Valet sobria no era la que decía aquello y eso era lo que mantenía a mí sereno y firme en mis acciones y un poco en mis pensamientos.
-Val -empecé a decir y esta alzó ambas de sus cejas mirándome con atención-. Dime todo lo que te ofreció aquel chico.
Resopló casi enfadada. Movió la cabeza de un lado a otro rodeando los ojos y después me miró.
-Ya te dije que un Sex on The Beach. La bebida, no el sexo en sí -masculló sonriendo de nuevo-. Entonces, ¿lo has hecho en la playa?
Su mano asomó en la piel desnuda de mi pecho debido a los botones desabrochados de la camisa. De inmediato tomé su mano apartándola.
-¿Fue lo único que tomaste? -le pregunté mirándola a los ojos y se quejó.
-Que sí, Nathaniel -se dejó caer de nuevo en el asiento cerrando los ojos.
Comenzó a hacerse aire con las manos de nuevo ladeando su cabeza para que el aire que sus manos hacían fuera a su cuello. Estaba sudando. Noté como su piel comenzaba a brillar por la pequeña capa de sudor que asomaba en su cuello y frente.
-Hace calor -balbuceó con los ojos cerrados.
Miré al frente, a una calle había un 7Eleven al que podría entrar por un poco de agua. Saqué la llave del auto, coloqué el seguro de niños en todas las puertas y después me giré a la castaña para mirarla.
-Iré por agua, ya vengo. No te muevas de aquí, Valet, por favor -rogué para que en aquel estado pudiese no ser más terca de lo habitual.
No dijo nada, tan solo se quedó quieta abriendo los ojos y mirándome. Esperé solo unos segundos para después bajar y caminar rápido hacia la esquina donde estaba el 7Eleven. Entré de inmediato yendo directo a los refrigerados donde saqué un agua fría. Al acercarme para pagar aproveché para pedir una cajetilla de cigarros también. Cuando salí de nuevo mi mirada fue directo al auto, donde por el vidrio de enfrente divisé a Valet sobre el asiento con los ojos cerrados.
Cuando volví al auto ella permaneció con los ojos cerrados y por un momento pensé que había caído ya en inconsciencia. No podía permitirlo por lo que saqué de la guantera una pequeña toalla blanca y abrí la botella de agua para colocar un poco en esta y comenzar a dar presiones en su frente con la toalla húmeda. Valet gruñó y movió la cabeza de un lado a otro de manera débil.
-Quiero vomitar -balbuceó frunciendo el ceño.
-¿Quieres vomitar ahora? -pregunté mirándola y negó.
-Quiero quitarme esto. Hace calor -masculló mientras sus manos iban a su blusa comenzando a levantar esta, pero de nuevo se lo impedí.
-Vamos a casa -le dije mientras ahora enrollaba la toalla para poder ponerla detrás de su cabeza bajo su nuca.
Toqué su frente. Estaba caliente.
-Mierda -maldije en voz alta negando y comenzando a alarmarme.
Volvió a balbucear algo que no entendí y no quise perder tiempo. Encendí el auto de nuevo arrancando y acelerando un poco más. La llevaría a su apartamento y ahí me ocuparía de ella. Por suerte no estábamos tan lejos cosa que agradecí cuando en menos de diez minutos ya nos encontrábamos frente a su edificio. Tomé su bolso que había caído entre sus pies y lo abrí para buscar ahí su celular y la llave de su apartamento. La tomé para tenerla a la mano y bajé del auto rodeándolo para poder sacarla lo antes posible.
Detrás de mi auto vi como llegaba otro, antes de que pudiese abrir la puerta de Valet. Se quedó ahí aparcado y entonces vi que Evans salía de este para acercarse a mí.
-El rastreador me dijo donde estaba -dijo antes de que pudiese preguntarle como sabía que nos encontrábamos ahí.
El rastreador. William se había encargado de que su equipo lograra enlazar el teléfono de Valet en ubicación al de Evans, así él podía saber donde se encontraba en caso de perderla de vista.
Asentí mirándola. Respiré profundo llevando una mano a mi cabello de manera exasperada.
-La han drogado -dije molesto, pero tratando de contenerme-. ¿Cómo carajos no te diste cuenta? Se supone que debes de cuidarla, Evans. Ese es tu maldito trabajo.
-Si ella supiera que lleva un guardaespaldas con ella las veinticuatro horas, me sería más fácil el poder cuidarla estando más cerca de ella -se defendió y reí sin ganas.
-No puede saberlo.
-Entonces no puedo asegurarme de que esté siempre en buenas manos si no puedo estar cerca.
Lo miré con el ceño fruncido, me crucé de brazos y levanté la barbilla mirándolo con los ojos entrecerrados.
-Te contraté a ti porque William me dijo que eras el mejor. Estoy poniendo la vida de ella en tus manos porque se supone que eres el mejor guardaespaldas que William recomendó. ¿Dónde carajos puedo comprobar eso si has permitido que vaya a un lugar que te dije que no podía ir y he tenido que sacarla de ahí bajo efectos de una droga que usan para poder violar a las chicas? -di un paso hacia él mirándolo serio-. ¿Acaso no te pago lo suficientemente bien para que puedas hacer ese trabajo del que tanto te presumen? No es cualquier persona a la que te estoy pidiendo que cuides. Te estoy pidiendo que cuides de ella porque yo no puedo. Esta noche pudieron llevársela y...
No quise decir más. Siquiera quería decirlo en voz alta porque la idea me hacía querer romper algo. Pasé mi mano por mi rostro de manera exasperada cada restregando este. Negué y me di le vuelta volviendo al auto.
-Tómate la noche, me quedaré con ella -dije sin mirarlo y abrí la puerta de copiloto para ponerme de cuclillas.
No hice nada más hasta asegurarme de que Evans se diera la vuelta y subiera al auto para arrancar y desaparecer entre las calles. Volví a mirar a Valet, estaba casi inconsciente en el asiento. Subí mi mano a tocar su frente, aún ardía y aquello solo lograba alterarme más. Le acaricié la mejilla, esta apenas movió la cabeza soltando un quejido y frunció el ceño. No podía perder más tiempo así que tomé su bolso, le quité el cinturón y la tomé en brazos escuchando como esta se quejó y automáticamente apoyó su cabeza en mi hombro cuando cerré la puerta con la pierna.
Entré al edificio. Subí al ascensor y como pude presioné el botón del piso. Valet se revolvió entre mis brazos y volvió a quejarse.
-Todo da vueltas -murmuró y después rió débilmente.
No dije nada. Solamente la miré por unos segundos, hasta que las puertas del ascensor se abrieron mostrando el pasillo por el que me apresuré a caminar. Como pude, siéndome algo difícil, metí la llave que me encargué llevar en mano ya lista para poder abrir la puerta del apartamento de Valet. Empujé la puerta y entré viendo solamente oscuridad a excepción de la leve luz que entraba por una ventana. Cerré la puerta detrás de mí y dejé caer su bolso en lo que creí que era un sofá por encima de toda la oscuridad.
Había dos puertas. Nunca había entrado a ese lugar, no sabía con exactitud cual sería su habitación así que fui por la más lejana dejándome llevar por el instinto. Al abrirla vi una cama en medio. El lugar olía a ella y casi cierro los ojos por aquel aroma que tanto me encantaba. Aquel aroma que solía antes invadir mi apartamento. La dejé sobre la cama con cuidado y esta se quejó enseguida negando. Me encargué de deshacerme de sus tacones dejándolos a un lado de la cama.
-No... -balbuceó riendo y se enderezó-. Quiero... -me tomó del brazo antes de que pudiese separarme.
-¿Quieres vomitar? -pregunté mirándola y asintió riendo.
Antes de que yo pudiese reaccionar, esta se levantó. Muy rápido, y corrió hacia una puerta que había dentro de la habitación. La abrió y entonces la vi derrumbarse en el suelo mientras comenzaba a vomitar en el retrete.
Rápido me acerqué y tomé de su cabello para evitar accidentes con este. Me puse de cuclillas a su lado mientras con la otra mano le acariciaba la espalda. Me sentí relajado el saber que al menos de alguna manera ya comenzaba a expulsar todo y sería más fácil el que pudiese dormir, más el quitarme la preocupación de que la sustancia ya no estuviese en su cuerpo.
Siguió vomitando todo en el retrete mientras una de sus manos se aferraba a la orilla. Después de unos segundos tosió y se hizo para atrás como si hubiese recibido un mareo. Rodee su cintura y casi se dejó caer en mi pecho. Le quité los cortos mechones que asomaban en su frente acomodándolos.
-No... -volvió a murmurar y negó-. No, por favor... -arrastró las palabras.
-Hey -tomé su mano acariciándola mientras la miraba-. Val.
-Calor... tengo calor -balbuceó y le acomodé el cabello de un solo lado.
Como pude me incorporé un poco, lo suficiente para poder cargarla y llevarla a la cama. La recosté y esta apenas se removió ahí. Encendí la pequeña lámpara que había en el buró a un lado de la cama y me permitió poder ver mejor de su rostro. Hacía muecas y se quejaba.
Salí de la habitación, fui a la cocina y agarré el primer vaso que encontré sirviendo agua. Cuando volví me acerqué a ella sentándome a la orilla de la cama y le acaricié la mejilla.
-Val, necesito que tomes agua -murmuré lo suficiente alto para que me escuchara.
Negó haciendo muecas.
-Necesitas tomar agua -dije mirándola y entonces empezó a reír.
-Sex on The Beach -dijo entre risas negando-. Sexo en la playa, sexo en la playa.
Era evidente que aún seguía bajo efectos. Pero probablemente ahora solamente eran del alcohol, lo cual también tenía que encargarme para asegurarme de que estuviese bien. No tuve otra opción mas que pasar mi brazo por detrás de su cuerpo para enderezarla un poco y acercarle el vaso de agua a los labios.
-Por favor, Val. Toma un poco de agua -le pedí sentándome a su lado un poco más cerca para que me escuchase con claridad.
Apenas abrió los ojos, giró su rostro para mirarme y suspiró. Bajó la mirada al vaso que mantenía cerca de su boca y se inclinó para tomar de esta unos cuantos sorbos. Pensé que serían pocos, pero para mi suerte tomó toda el agua que había en el vaso, cosa que era buena debido a que seguro comenzaba a sentir la garganta seca.
Soltó un suspiro cuando terminó y volvió a dejarse caer. La miré por unos segundos y entonces extendió su mano hasta que chocó con mi pecho. La dejó ahí por unos segundos y después la dejó caer haciendo que cayera en mi regazo. Apreté la mandíbula, con cuidado la acomodé sobre su abdomen y me levanté de la cama.
-Tengo calor -la escuché balbucear cuando salí de le habitación para ir a la cocina a servir más agua en el vaso.
Busqué ahí mismo una toalla chica la cual encontré sobre la estufa. Aquello me serviría para poder refrescar un poco a Valet. Cuando regresé a la habitación, no la vi sobre la cama. Fruncí el ceño extrañado hasta que escuché ruido en el baño. Dejé el vaso y la toalla sobre el buró, me acerqué al baño y ahí en el piso vi a Valet sentada con la espalda apoyada en la pared.
No solo eso. Su ropa estaba esparcida por el suelo y solo llevaba ropa interior.
Mierda.
-Val...
-Tengo calor -dijo antes de que pudiese terminar de decir su nombre.
Aunque traté de evitarlo, mis ojos no pudieron no ver en dirección a su cuerpo. Llevaba ropa interior blanca. No cualquier ropa interior. Era blanca y en ciertas zonas había encaje. Su sostén no tenía tirantes, lo cual tenía sentido pues la blusa que antes llevaba puesta dejaba sus hombros descubiertos.
Sentí tensarme. Me tensé porque aquello iba a serme más difícil de lo que creí. Porque no solamente tendría que lidiar con el estado de Valet, también tenía que hacerlo con los efectos que provocaban sus acciones en mí, que podían hacerme difícil la tarea de concentrarme y no pensar en otra cosa más que en ella en otro estado.
Porque era humano y tenía debilidades. No importaba lo fuerte que tratase de mantenerme frente a ella, ¿cómo hacerlo si ella era mi debilidad?
Pero no. Estaba ebria, no estaba bien. No estaba en sus cinco sentidos y eso fue lo único que necesité para inclinarme y ponerme de cuclillas frente a ella.
-Valet -murmuré buscando su mirada.
Apenas escucharme levantó un poco la mirada hacia mí. Sus ojos perezosos se enfocaron en los míos y sonrió débilmente.
-Estás aquí -murmuró sonriendo y entonces la sonrisa se convirtió casi como en una mueca de dolor-. Estás aquí -repitió estás vez soltando otra débil risa.
Asentí apretando mis labios, manteniéndolos unidos por unos segundos mientras la miraba. Extendí mi brazo hasta que mi mano rozó su mejilla y apartó un mechón rebelde de cabello para colocarlo detrás de su oreja.
-¿Quieres darte una ducha para que se te quite el calor? -pregunté en un tono suave y ladee mi cabeza mirándola.
Sus ojos grandes ya casi no podían permanecer del todo abiertos. Me miraban perezosos, débiles, seguro porque su cuerpo ya no podía con todo lo que había tenido en su sistema minutos antes y por lo que aún mantenía dentro. Toqué su frente, aún estaba caliente pero ya era menos. Esperaba que con la ducha pudiera ser algo que le bajase la temperatura. De no ser así, tendría que ocuparme el resto de la noche para que no ardiera.
Asintió, yo lo hice igual y extendí mis manos para que esta las tomara. Lo hizo, aunque igual tuve que rodear su cuerpo con mi brazo para ayudarla a levantarse y ponerse firme sobre sus pies. Hice que se sentara en el retrete y cuando me alejé tomó mi mano con fuerza casi siéndole un soporte para mantenerse ahí. Estaba con los ojos cerrados. Me estiré lo suficiente para inclinarme un poco a abrir el grifo y dejar que la bañera se llenara lo suficiente para que Valet entrara ahí.
Anivelé la temperatura del agua para que no fuese muy caliente pero tampoco fría. Sin embargo, aunque intenté hacerla tibia, tuve que asegurarme que se inclinara más por la temperatura fría debido a la fiebre que probablemente mantenía y tenía que hacer desaparecer. Dejé que el agua corriera unos minutos mientras me colocaba a la par de Valet y esta apoyaba su cabeza en mi abdomen con los ojos cerrados. Le acaricié el cabello acomodándoselo y esta resopló.
-No... No me puedo mover -balbuceó.
Fruncí el ceño.
-¿No puedes moverte? -pregunté comenzando de nuevo a alarmarme por lo que aquello podía significar.
-Me pesa... el cuerpo me pesa -se quejó mascullando y sentí como su mano se aflojaba un poco alrededor de la mía.
No había sacado todo de su sistema. Aún podía tener la sustancia dentro de ella. Porque aquello era un efecto más. El no poder moverse, aunque quisiera.
Una arcada la atravesó y supe de inmediato lo que quería hacer. Me estiré tomando el bote de basura y se lo coloqué enfrente alejándome un poco y sosteniéndole el bote. Enseguida de nuevo comenzó a expulsar lo que sea que aún hubiese seguido en su sistema. Volví a tomarle el cabello para que este no se manchara al atravesarse en su rostro. Después de unos segundos dejó de vomitar ahora solamente tosiendo y haciendo muecas. Aparté el bote dejándolo afuera y tomé papel mojándolo un poco para limpiarle la comisura de los labios humedeciéndole ahí.
-¿Quieres vomitar más? -pregunté buscando su mirada.
Negó apenas abriendo los ojos y frunciendo el ceño.
Estiré mi brazo para cerrar la llave de la bañera. Toqué el agua y después me giré para mirar a Val y ayudarla a levantarse. Me arremangué las mangas de la camisa un poco más arriba, para hacer de aquel trabajo más fácil la tomé en brazos y la metí a la bañera con cuidado sentándola. Esta se estremeció y se quejó, seguramente por la temperatura, pero no hizo más que eso. La acomodé con cuidado, me puse de cuclillas a la par y con mi mano comencé a mojarle con cuidado el pelo. Le humedecí el rostro e incluso tomé papel húmedo para tratar de quitarle el maquillaje que llevaba. Fue algo difícil, pero pude quitar la mayor parte.
Fue un baño rápido. Siendo muy básico ya que ella solo permaneció sentada con los ojos cerrados. Aunque hubiese ya expulsado todo de su estómago, aún no se encontraba del todo cuerda. Le lavé el pelo, el cuerpo, me encargué de humedecerle el rostro y cuello y cuando me aseguré de que su temperatura bajara la saqué de la bañera enrollándola en una toalla y dejándola sobre la cama.
Le sequé el cabello con otra toalla. Tuve que buscar en el armario algo para ponerle encima. Buscando algo en el armario me encontré con una blusa holgada blanca, la saqué y fui hasta la castaña, le quité la toalla y le coloqué la blusa mientras esta estaba con la mirada fija en el suelo. Se notaba que los párpados le pesaban pues apenas podía mantenerlos abiertos. Si tenía calor entonces la blusa sería suficiente. Mi mano con cuidado se metió por debajo de su blusa hasta llegar a su espalda tocando su piel desnuda con los dedos, esta soltó un suspiro y al encontrar el broche de su sostén lo desprendí para sacarlo y dejarlo en el borde de la cama.
-La boca -balbuceó y volvió a apoyar su frente en mi abdomen-. Ew.
Quise reír porque sabía a lo que se refería. Le acaricié el cabello húmedo y tomé su rostro entre mis manos.
-¿Quieres cepillarte los dientes? -pregunté y esta apenas me miró asintió.
Me separé con cuidado, fui al baño a tomar del cepillo y la pasta. Tomé el vaso llenándolo de agua en el lavamanos y regresé hasta donde estaba Valet, me puse de cuclillas frente a ella y acerqué el cepillo ya con pasta a su boca. Esta de inmediato la abrió, y me aseguré de cepillar su boca rápido, pero con cuidado para que ya pudiese descansar. Se le notaba que ya no tenía fuerzas.
Después de cepillarle y lavarle la boca, le acerqué el vaso con agua para que pudiese tomar de este y luego escupir ahí mismo para enjuagar. Dejé el cepillo y vaso en el buró para poder incorporarme y recostarla. Esta no dijo nada, su cuerpo estaba débil así que de esa manera no podía hacer mucho más que acceder a la manera en que la acomodé sobre la cama. La cubrí con las cobijas y después me alejé para limpiar todo el desastre.
Devolví el vaso a la cocina donde tiré el agua y lo lavé. Me deshice de la bolsa donde había vomitado Valet en el bote de la basura. La saqué y me encargué de tirarla afuera. Vacié la bañera con agua en el baño y recogí su ropa que yacía ahí tirada. La doblé y la puse en lo que parecía ser su cesto de ropa sucia. Incluso encendí unos inciensos que encontré en su habitación, sabía que Valet era amante de inciensos y velas, cuando vivía conmigo en el apartamento siempre tenía encendidas alguna de estas. Limpié cualquier rastro de lo que había sido todo aquel momento del que seguramente Valet no recordaría con certeza.
Al asegurarme de que todo estuviese en orden, sonó un celular. Era el de Valet, así que lo tomé y al ver en la pantalla el nombre de su mejor amigo no dudé en contestar.
-Hey -dije mientras apretaba los labios.
-¿Quién habla? -preguntó Thiago evidentemente confundido de escuchar una voz que no fuese la de su mejor amiga.
-Soy Nathaniel -contesté después dirigiendo mi mirada a Valet.
-¿Nathaniel? -dijo confundido y después de unos segundos volvió a hablar-. ¿Estás con Valet?
Por un lado, me sentía molesto en que hubiese dejado a Valet sola en aquel lugar. Pero claro, él no sabía que ella probablemente llegaría a caer en manos de un hijo de puta.
-Estoy con ella. Si la estás buscando, no sigue más en el club -dije antes de que me preguntara donde estaba. Al fondo aún se escuchaba la música por lo que supuse que él seguía ahí-. La traje al apartamento, no se encontraba bien, pero ya me encargué de eso.
-¿Qué le pasa? ¿Está bien? -preguntó con voz alta por la música al fondo.
-Lo estará. Solo fueron unas copas de más al parecer, pero ya está dormida, tú tranquilo -aclaré mi garganta mientras me apoyaba en el marco de la puerta.
De nuevo lo que escuché fue solamente la música del otro lado del teléfono.
-De acuerdo, entonces, ¿está bien? -preguntó de nuevo.
-Sí, tú tranquilo. Sigue disfrutando de tu noche -comenté y sabía que no lo había convencido del todo.
Valet y yo claramente no teníamos un buen repertorio. Él había sido testigo de eso y cómo no serlo si era mejor amigo de Val. Sin embargo, si era inteligente sabía que no tenía que meterse cuando yo estaba junto a ella. Cosa que en esta ocasión, no hizo tampoco.
-Bien, gracias. Avísame cualquier cosa -dijo y asentí.
No dije más y colgué. Respiré profundo, miré en dirección a la cama donde la castaña ahora estaba botada y durmiendo. Me acerqué para tocar su frente, ya no ardía, cosa que era buena señal. Ahora sí podía estar seguro de que la gran cantidad de sustancia que había ingerido ya no se encontraba más en su cuerpo. Era imposible que siguiera ahí después de la cantidad que había expulsado minutos antes.
Rocé mis nudillos por su mejilla. Tan solo fue un leve roce que logró transmitirme un choque eléctrico en todo mi cuerpo. A veces detestaba que aún tuviese ese efecto en mí. Había sido la única mujer que me había provocado esa electricidad y creo que por eso me habían dolido tanto sus acciones. Pero las cosas eran así. No importaba cuantas veces me negara a amarla, de alguna manera ese sentimiento nunca iba a salir de mi pecho, aunque lo forzara por hacerlo.
Le acaricié el mentón, los labios, las mejillas, hasta que decidí alejarme en dirección al sofá que había ahí en la misma habitación. Me aseguré de apagar la lampara antes, me senté en el sofá con mis codos apoyados sobre mis piernas y mis manos juntas al frente, sin despegar la mirada de ella.
Aquello noche tendría que quedarme para cuidar de ella. Porque siempre lo haría sin importar qué.