No podía negar que el volver a salir con Thiago de la manera en que haríamos esta noche me emocionaba. Aunque al principio no había sido una idea que disfrutaba del todo procesar en mi cabeza, al llegar la noche no pude darme el castigo de tan solo martirizarme con mi negatividad. Así que en cuanto pude arreglarme lo hice teniendo cualquier vibra positiva dentro de mí.
Como en los viejos tiempos fuimos en el auto de Thiago. Cosa que por alguna razón me emocionó y más cuando aquel hábito de llevar los tacones en mano hizo a mi mejor amigo rodear los ojos.
-¿Por qué siempre haces ese gesto? -pregunté mirándole de lado cuando subió al auto.
-¿Cuál? -preguntó colocándose el cinturón.
-Este -dije y me aseguré de que me mirara para después rodear los ojos de una manera exagerada.
Mi mejor amigo comenzó a carcajear, negó mirándome y encendió el auto.
-Claro que no hago ese gesto, eres una exagerada -bufó riendo y arrancó.
-¿Acaso te molesta que llene tu auto de calzados, eh? -pregunté vacilando y volvió a reír.
-Eres una tonta, Valet.
-Has decidido salir de fiesta con esta tonta -sentencié después acomodándome sobre mi asiento-. ¿Iremos por Olivia o...?
-Ella nos alcanzará, recuerda que no puedo arriesgarme a que su padre me vea por ahí -dijo sonriendo e hice una mueca.
Parecía que mi mejor amigo ya se había acostumbrado al rechazo del padre de la chica que quería, pero aquello no lo detenía y eso me hizo sentir orgullosa y feliz por él.
-¿Le dijiste A Cassie? -preguntó y lo miré por unos segundos después asintiendo.
-Tranquilo, no estaré sola cuando te desaparezcas en medio de la noche con tu chica -bromee y este sonrió de lado mirándome.
-Uno tiene que aprovechar, sabes -bromeó también y lo miré con asco dándole después un golpe en el hombro.
-Sucio.
-Oye, como si fuera algo que no hubieses hecho antes -me regañó aún con la vacilación y diversión asomando en su voz.
Por un momento me quedé callada. Incluso apreté mis labios sin saber que decir, porque por alguna razón aquello me hizo sentir de una manera extraña. Un silencio incómodo se formó en el auto y Thiago pudo notarlo. Me miró de reojo sin despegar la mirada de al frente. Pareció entender lo que pasaba sin que siquiera le dijera qué era lo que había cruzado por mi mente en ese momento. Respiré profundo y dejé salir un suspiro. Luego la mano de Thiago tomó la mía que estaba sobre mi regazo, la acarició y le dio un suave apretón.
-Hoy vamos a divertirnos, ¿sí? -me dijo mirándome de reojo, pero manteniendo la atención al frente donde todos los edificios ya alumbraban la ciudad.
Asentí, tragué saliva y dejé caer mi cabeza en el respaldo del asiento justo en la cabecera.
-Eso espero -musité más para mí que para él.
De nuevo el silencio volvió a formarse, la tenue música de la radio se escuchaba y era suficiente para que ambos no dijéramos algo más. Relamí mis labios cuando comenzamos a pasar por calles conocidas, y de repente comencé a percatarme de por donde estábamos pasando exactamente.
De inmediato fruncí el ceño, luego me enderecé de nuevo en mi asiento mirando al frente y luego por la ventana.
-Espera, ¿a dónde vamos? -pregunté alarmada sintiendo como mi corazón se detuvo por un momento debido a los nervios.
-A la fiesta, ¿a dónde más? -dijo mi mejor amigo sarcástico.
-¿A dónde? -cuestioné y Thiago me miró confundido.
-A LAVO, ¿por qué?
No, no, no.
-No, da la vuelta -ordené y mi mejor amigo frunció el ceño después soltando una carcajada.
-¿Por qué? Siempre íbamos a ese lugar, Val.
-Me dijiste que sería un lugar diferente -le reproché mirándolo casi aferrándome al asiento.
-Sí, pero las entradas ahí ya estaban agotadas así que la otra opción fue LAVO. Aparte, ya conocemos ahí, Val -me miró confundido y después dio vuelta justo en la cuadra-. ¿Qué pasa? Te encanta ir a LAVO.
Me encantaba. Ya no.
-No quiero ir ahí -dije tensándome cuando llegamos al lugar y Thiago aparcó el auto a unos metros-. Vamos a otra parte, por favor.
Cuando mi mejor amigo apagó el motor del auto, me miró. Se quedó mirándome extrañado y confundido. Alzó una ceja casi analizándome y después de unos segundos abrió la boca como si la respuesta hubiese caído por fin en su cabeza.
-Entiendo -empezó a decir, pero claro que no lo hacía-. Es por él, ¿verdad? Te recuerda a él.
Sí. No. Probablemente, pero no era eso. ¿Cómo le explicaba que el entrar a ese lugar era como entrar al infierno? El dueño de aquel lugar era la persona que me había arruinado. La persona que me había hecho renunciar a la persona de la que estaba enamorada. La persona que me había guiado por el camino para romperle el corazón al hombre que aún no podía superar del todo.
En aquel lugar probablemente estaba ese hombre que había sido causa de mis pesadillas. El hombre que tenía por hijo a un chico que me había también arruinado y hacerme sentir sucia. El recuerdo me invadió y sentí un escalofrío junto a unas inmensas ganas de vomitar.
-Sí -tuve que aceptar pues mi mejor amigo no sabía la verdad-. Por favor, vamos a...
-Tienes que afrontarlo -me interrumpió Thiago y lo miré confundida-. En algún punto tendrás que salir adelante del todo. No podrás seguir ocultándole y privándote de las cosas que te solían gustar solo porque te recuerden a él.
-Thiago, las cosas no son así...
-Soy tu mejor amigo y me encargaré de ayudarte. Así que vamos a bajar, vamos a entrar y nos vamos a divertir como solíamos hacer antes -sonrió mirándome de lado.
Abrí la boca para quejarme, para protestar, pero antes de que alguna palabra pudiese salir de mi boca, Thiago bajó del auto rodeando este para venir hasta mi puerta y abrirla. Se puso de cuclillas y alzó una de sus cejas de manera divertida mientras me miraba.
-Mira que voy a ayudarte incluso a ponerte los tacones -alzó ambas de sus cejas repetidas veces de manera divertida y aunque una sonrisa apareció en mi rostro, había sido una más de nervios que de diversión.
Dios, por favor. Ayúdame a salir del infierno esta noche.
Me sentía temblorosa cuando entramos. Sentía que en cualquier momento mi corazón iba a salirse de mi pecho de lo rápido que latía. Los nervios me carcomían cada poro de mi piel sin siquiera poder calmarlos un poco. No me separé de Thiago en ningún momento. Me daba miedo mirar aquel lugar, no quería chocar miradas con alguna persona que no desease ver o que me hiciera recordar aquella noche en que había arruinado todo.
En un principio me negaba incluso a beber. Después de la segunda ronda de shots de tequila, me sentí más relajada. Thiago tan solo tomó un poco debido a que iba a conducir de vuelta al apartamento, así que se encargó de que tomara lo suficiente para relajarme y entrar en el ambiente del lugar. Lo cual logró después de unos treinta minutos de que llegamos al lugar.
Cassie llegó después, casi después de que Olivia llegara y Thiago fuera por ella a la entrada. A la pelirroja de mi amiga la encontré junto a la barra e igual me hizo tomar más de lo que e hubiese permitido antes. Llegó un momento donde simplemente dejé de darle importancia a toda preocupación y me dejé llevar por el alcohol en mis venas que se hacía cargo de mis emociones y de mis ánimos.
-Hola -escuché a la par mía cuando me quedé junto a la barra esperando a que Cassie terminara de bailar con quien sea que fuese su nueva conquista-. ¿Te puedo invitar un trago, hermosa? -preguntó un chico bastante guapo que se encontraba a mi lado.
En ese momento no podía siquiera sostenerme en pie sin tener que enfocar la mirada fija en algún punto. El alcohol comenzaba a hacer efecto en lo más profundo de mi cuerpo haciéndome difícil poder concentrarme en algo en específico.
El chico era guapo. Estatura promedio, pero aún me pasaba por unos cuantos centímetros a pesar de que mis tacones fueran altos. Moreno. Cabello negro o café. No. Negro. No. Café. No sé, mi vista cada vez era más difícil de fiar sobre todo por las luces de colores que iluminaban el lugar. Era guapo. Sí. Era guapo.
Sonreí porque no supe qué decir con exactitud. Al parecer aquella fue su respuesta cuando hizo una seña al bartender y le dijo algo que no alcancé a escuchar con claridad.
-¿Viniste sola? -preguntó acercándose un poco más y yo me quedé boba mirándole.
No por lo guapo que era. Sino porque por alguna razón mi cabeza trataba de descifrar cuales eran sus intenciones.
-Depende, ¿me conviene venir sola? -pregunté siguiendo con aquel coqueteo que él había empezado.
Una sonrisa de lado apareció en su rostro. Rió un poco y se encogió de hombros.
-Puede ser -contestó a mi pregunta.
El bartender puso una bebida frente a nosotros. Mis ojos fueron a esta tratando de averiguar y adivinar qué era, pero entonces sentí la mano del chico colocarse en mi muslo. De inmediato mis ojos fueron a mi muslo para comprobar lo que había sentido. Efectivamente, el chico había tomado mi muslo dándole un suave apretón.
-Podemos ir a bailar, ¿te gustaría? -preguntó muy cerca de mí casi sintiendo su respiración chocar contra mi rostro.
El chico me estaba invitando a bailar. Me había invitado a un trago y ahora me incitaba a ir a bailar con él. Sonreí por el atrevimiento a su coquetería en tan poco tiempo.
Quizá debía aceptar. Quizá no. Cassie ya había conseguido una conquista hoy. Thiago ya se había ido a perder junto con Olivia seguramente donde ahora estuviesen follando. Recordé las palabras de mi mejor amigo de una noche antes. Probablemente sí necesitaba salir de aquella burbuja en la que me había encerrado a mí misma por olvidar lo que tenía que olvidar, pero lo que no quería hacer. Quizá tenía que avanzar y buscar alguna nueva conquista. O al menos abrirme a conocer nuevas personas.
-¿Me va a gustar ir a bailar contigo? -le seguí el juego incluso sorprendiéndome por el que me atraviese a seguirle aquel juego de coqueteos.
-Probablemente, ¿quieres averiguarlo? -incitó esta vez mientras se giraba para tomar el vaso de vidrio con el trago que había pedido para mí.
Me lo acercó como modo de invitación a que lo tomara. Bajé la mirada la bebida. Me acerqué a olerla para averiguar qué era.
-¿Es...?
-Sex on the Beach -terminó de decir por mí.
Asentí. Por un momento me cuestioné a mí misma en si debía de aceptar o no a ambas invitaciones. De nuevo las palabras de Thiago impregnaron en mi cabeza como bala y sin pensar le quité el vaso aceptando este. Sonreí y di un sorbo a la bebida dulce mientras el chico me miraba directo a los ojos con una sonrisa coqueta.
-¿Vamos a la pista? -se alejó tan solo un paso pasa extender su mano hacia mí.
Siquiera lo pensé cuando ya me encontraba yendo con él a la pista. Donde me sumergí en la música y en los movimientos del chico.
Después me perdí. Luego de unos largos minutos donde ya llevaba la mayor parte de la mitad del trago, el calor invadió mi cuerpo. La somnolencia también me pegó en los sentidos. En ocasiones llegué a sentir mareos y apenas lograba sostenerme en mis pies. Estaba consciente de que el chico me tocaba y abrazaba, pero al mismo tiempo no lo estaba. Apenas podía poner atención a los hechos. Apenas podía concentrarme en algo que no fuese en la música y en como movía mi cuerpo que chocaba con algo más. Con alguien más.
Tenía calor. Me sentía relajada. Sentía unos brazos sostenerme y al mismo tiempo sentía que flotaba. De pronto las ganas de sentir más que un solo roce me invadieron y me preguntaba por qué de repente me sentía de esa manera. Las manos del chico iban un poco más allá y aunque era algo que no quería permitir, no podía reaccionar de otra manera.
-¡Hey! -escuché una voz decir muy cerca de mí y lo siguiente que sentí fue casi tambalearme.
Balbuceé algo que siquiera yo pude descifrar y chillé porque fue de la única manera en que mi cuerpo pudo reaccionar bajo los efectos del alcohol. Luego sentí de nuevo algo duro sostenerme firme sobre mis tacones. Cuando mis ojos subieron a lo que me sostenía casi me quedo embobada por unos segundos.
Mi chico.
-¡Nate! -me abalancé y lo abracé cerrando los ojos y soltando un suspiro de lo delicioso que olía.
-¿Qué haces aquí? -lo escuché preguntarme mientras me hacía mirarlo.
¿Qué hacía ahí? ¿Yo? ¿Él? No lo sé. Solo pude reír por la ironía de que me encontrara en ese lugar.
Di casi uno de los últimos sorbos a la bebida que aún permanecía fría y dulce. Me quejé cuando fue arrebatada de mi mano.
Entonces me soltó. Me soltó y sentí tambalearme de nuevo, pero logré mantener el equilibrio. Mis ojos se enfocaron en la bebida que antes yacía en mi mano, había caído al suelo haciéndose el vaso añicos. Suspiré con tristeza y con mi mano traté de hacerme aire por el calor que sentía en el mi cuello descubierto.
Escuché gritos por encima de a música. Pero mi mente estaba en un limbo. Después subí la mirada a mi chico quien volvió a tomarme por la cintura. Me fue imposible no sonreír ante aquella acción.
-¡Vamos a bailar! -chille con alegría mientras rodeaba su cuello y lo abrazaba pegándome a su cuerpo.
Las manos de mi chico se aferraron a mi cintura, me separó lo suficiente para mirarme con el ceño fruncido.
-¿Estas gruñón? -hice un puchero y subí mi mano a su cuello acariciando ahí-. Yo sé como quitarte lo gruñón -juguetee con mis dedos en su cuello subiendo hasta su nuca mientras me acercaba a besar su mandíbula después mordiendo juguetonamente.
-Valet -lo escuché decir mientras una de sus manos iba a mi mano sobre su nuca y me tomaba por la muñeca apartándola-. No puedes estar aquí. Estás ebria y...
-Juguetona -murmuré mirándole cuando me apartó, pero sin soltar mi cintura-. Vamos a bailar, no seas un aguafiestas...
-Voy a sacarte -dijo antes de que pudiese terminar y me tomó fuerte de la cintura después haciéndome caminar antes de que pudiese formular otra palabra.
Mientras lo hacía carcajee.
-Eres muy mandón. Gruñón y mandón -mascullé mientras caminábamos por entre la gente.
Luego me llevó por un pasillo donde las luces violetas y rojas predominaban. Sentí marearme y me quejé.
-Todo da vueltas -balbuceé y sentí casi perder la fuerza de mis piernas.
Su brazo me sostuvo con más fuerza. Lo escuché maldecir y entonces me sacó por una puerta que me resultó familiar.