-La junta directiva ha decidido que es una buena estrategia el asociarnos con más de un socio -la voz de Mark resonó en toda la sala mientras Clarissa y yo le mirábamos atentas-. Sebastian Bachelor ha hecho un excelente trabajo en representación de su padre.
Mi diestra casi empuña la pluma con la que apuntaba cada palabra que Mark me había pedido que hiciera. Tragué saliva y seguí apuntando en la hoja mientras apretaba la pluma con tanta fuerza que temía romper la página.
-¿Qué hay de Russell? ¿No crees que es buena idea volver a asociarnos este año con él? -preguntó Clarissa mirando a Mark.
Mi jefe se quedó por un momento pensativo, apretando los labios y entrecerrando los ojos.
-Probablemente esa es una de nuestras mejores opciones, pero tengo entendido que este año se ha asociado con otra empresa y dudo que le favorezca en asociarse con dos empresas en un año. El año pasado no le fue muy bien del todo aunque el que se asociara con nosotros hace dos años le hizo bien -rodeó la gran mesa en aquel lugar pasando sus manos por los respaldos de los asientos vacíos-. Pero, seguramente puedo hablar con él un día de estos -sonrió mirando a Clarissa.
Esta sonrió asintiendo y tecleó algo en la laptop portátil frente a ella.
El silencio volvió a tomar su poder en aquel lugar. Solamente éramos tres, planificando agendas y posibles negocios para el fin de año. Que aunque faltaban tres meses para que el año acabara, Mark siempre había sido precavido y organizado respecto a los planes para su empresa.
Habían sido meses buenos. Había crecido aquí en el trabajo incluso recibiendo un poco más de cargos en cercanía de Clarissa, cosa que era buena pues ella era la mano derecha de Mark. Me habían subido también el sueldo y no podía estar más encantada con este trabajo pues se acoplaba perfectamente a mis horarios de universidad. En ocasiones Clarissa se ofrecía a quitarme un poco de trabajo cuando veía que lo que hacía en la oficina era tareas y trabajo. Esa mujer era un encanto.
La universidad iba de maravilla. Para mi suerte aún seguía manteniendo mi beca la cual en un momento llegué a pensar que perdería debido a mis bajas calificaciones en un momento en el que me perdí por completo. Un tiempo el que no quería recordar.
-¿Cuánto tiempo seguiremos asociados con Bastian Bachelor? -pregunté levantando la mirada y por la mirada de mi jefe supe que había metido la pata.
Mierda.
-Sebastian -aclaré mi garganta sintiendo mis mejillas arder-. Sebastian Bachelor.
Después de unos segundos en que Mark me miró confundido fue él quien aclaró su garganta esta vez.
-Llevamos tan solo unos meses colaborando con él, probablemente extendamos el contrato hasta la mitad del otro año... -habló mi jefe mientras caminaba por alrededor de la mesa.
Sentí tensarme. Pero antes de que otra reacción asomara en mi rostro, giré este para mirar a Clarissa quien me miraba con una sonrisa divertida y pícara. Fruncí el ceño mirándola confundida mientras Mark seguía hablando, pero mis oídos ya no eran atentos a sus palabras. Mi compañero sonrió, se inclinó sobre su asiento acercándose a mí.
-Con que Sebastian Bachelor, eh -vaciló y abrí mis ojos como platos de inmediato negando.
-No no, es que... -empecé a decir en voz baja.
-...entonces lo más seguro es que todavía tengamos un largo tiempo trabajando junto a él. No te preocupes por eso, señorita Boone -terminó por decir Mark, mirándome con una sonrisa divertida.
De nuevo mis mejillas comenzaron a arder.
Dios, no. El simple hecho de pensar lo que pasaba por sus mentes me hacía querer vomitar.
-Entonces, el lunes proseguiremos con la planificación. Creo que ha sido suficiente por hoy -sonrió mi jefe mientras nos miraba a ambas.
Asentí, acomodé todo en una carpeta y me levanté para después mirar a Mark.
-Gracias -le dediqué una sonrisa a mi jefe y cuando me di la vuelta Clarissa ya se había adelantado, pero me esperaba junto a la puerta.
-No es nada, por cierto, Clarissa me ha comentado que últimamente la universidad te ha dejado muy cargada de trabajo. Sabes que puedes tomarte tu tiempo para hacer los informes y pasarlos a Clarissa, hay prioridades. Igual documentaremos tu trabajo como tus prácticas -aclaró Mark mirándome antes de que pudiese salir de la habitación.
Me quedé por un momento callada pero sorprendida. Asentí un poco y después sonreí.
-Muchas gracias, señor Thatcher -le agradecí y este sonrió negando.
-Oh vamos, te he dicho que me digas Mark. No es nada, Valet -dijo y después de unos segundos me giré para ir en dirección a la puerta donde Clarissa me esperaba.
Al acercarme esta me sonrió, yo hice igual y después salimos juntas por el pasillo.
-Así que, Sebastian Bachelor -comenzó a decir con una sonrisa pícara mirándome de reojo-. Es guapo.
-Qué -dije mirándola y negué de inmediato-. No, no, de ninguna manera es que...
-Tranquila, Valet. En esta empresa si se han prohibido relaciones entre empleados, pero Sebastian no es precisamente un empleado de aquí. Así que yo diría que tienes las puertas abiertas -comentó sonriendo aún y yo negué.
-Sebastian Bachelor no es alguien que me atraiga -contradije y antes de que ella pudiese decir algo más volví a hablar-. Y dudo que sea algo que pueda pasar.
Clarissa me miró con ambas cejas alzadas. Justo en ese momento pasamos por mi cubículo donde me detuve y ella también lo hizo. Abrí la puerta y entonces me giré para mirar a la pelinegra que me observaba con sus grandes ojos.
-Deberías de darte una oportunidad, Valet. Sebastian Bachelor es un gran chico. Encantador, guapo, educado, honesto, ¿por qué no te das la oportunidad? -preguntó mirándome con cierta preocupación.
En ese momento quise carcajear. Incluso fue imposible que no soltara una pequeña risilla. Negué mordiéndome el labio y miré hacia otro lado. ¿Cómo era que podían tragarse todo ese papel de inocencia bajo esa máscara de ángel? ¿Cómo podían no darse cuenta que en realidad era el mismísimo diablo?
-Prefiero nunca tener una oportunidad con alguien más a tener una con Sebastian Bachelor.
Al llegar al apartamento solamente dejé mis cosas para cambiarme y ponerme ropa cómoda. Salí de este y bajé al piso de Thiago para ir hacia su puerta y tocar esta. Como cada viernes que era posible, cenábamos juntos. Unas veces en su apartamento, otras veces en la mía. Esta noche tocaba en su apartamento, junto a una compañía que adoraba.
La puerta se abrió gracias a mi mejor amigo y sonreí cuando detrás vi a la pequeña Eliza en el suelo, quien al verme comenzó a mover sus manos en dirección a mí.
-Hola, bonita -dije pasando por un lado de mi mejor amigo y yendo directo a tomar a la pequeña en brazos.
-¡Hola, Thiago! ¡Hola, Valet! Me alegro de verte. Oh claro, yo también me alegro de verte -exclamó mi mejor amigo con sarcasmo y reí mientras dejaba un beso en la mejilla regordeta de mi ahijada.
-No seas payaso -le dije mirándolo con ojos entrecerrados después volviendo a mirar a la pequeña-. Tu papá es un payaso, ¿verdad que sí, preciosa? -jugué con la pequeña mientras rozaba mi nariz con la de ella y esta balbuceaba riendo.
-A veces pienso que solamente vienes a verla a ella y te has olvidado de tu mejor amigo -repuso Thiago fingiendo indignación y después pasó por lado mío para dejar un beso en mi mejilla en forma de saludo.
Carcajeé con Eliza en brazos y lo seguí hasta la mesada donde senté a la pequeña sin soltarla.
-No seas celoso con tu propia hija, Thiago -le regañé mientras acariciaba el cabello dorado y rubio de la pequeña que apenas asomaba en su cabeza.
Esta vez él fue quien carcajeó. Negó y se dio la vuelta para al parecer seguir con lo que cocinaba. Por unos minutos juguetee con Eliza quien balbuceaba y en ocasiones apuntaba hacia los juguetes que yacían en el suelo. Después decidí dejarla en la alfombra donde antes había estado jugando. Dejé un beso en su cabeza y volví a la mesada esta vez acercándome un poco más a Thiago quien seguía cocinando.
-¿Qué cenaremos? -pregunté con curiosidad asomándome a ver lo que había en la estufa.
-Pechugas de pollo rellenas de queso y jamón -contestó mirándome de reojo con una sonrisa.
-¡Mis favoritas! -casi chillé emocionada mientras abrazaba su brazo.
-Aunque mi lugar en tu corazón haya sido reemplazado por mi hija, yo seguiré cocinando tu cena preferida cada que pueda -dijo haciendo el papel de víctima.
Reí. Lo fulminé con la mirada y después le di un golpe en el brazo del cual este se rió y luego soltó un quejido por el impacto.
-Tu hija no hace un papel de víctima -repuse mirándole con una ceja alzada.
Enarcó una ceja y después giró su rostro para mirar a Eliza quien gateaba por la alfombra jugando con unos cubos.
-Bueno, aún es pequeña. Quizá en un futuro y pueda enseñarle -masculló en voz baja volviendo a ver la pechuga de pollo que movía con las pinzas sobre el sartén.
Volví a darle otro golpe, más fuerte que el anterior y este se quejó.
-Me encargaré de que no le enseñes tus manías -le fulminé con la mirada alejándome para pasar por detrás de él e ir directo a sacar los platos y manteles-. ¿Cómo está Jessica? -pregunté por la madre de mi ahijada.
-Bien, hoy vino a dejar a Eliza más temprano de lo normal. Solamente se quedará hoy, mañana se la llevará.
Miré a mi mejor a amigo con el ceño fruncido.
-¿No se supone que te toca todo el fin de semana con ella? -pregunté confundida mientras colocaba los manteles sobre la mesada y luego sobre ellos los platos.
-Sí, pero me ha dicho que mañana viajará a Chicago para visitar a la familia de su madre -comentó tomando el sartén y entonces girándose para con las pinzas colocar dos pechugas de pollo en cada plato.
Saqué los cubiertos y al colocarlos a la par de cada plato me apoyé en la mesada mirando a mi mejor amigo.
-¿Sola? -pregunté-. Es decir, ¿ella y Eliza nada más?
-No, me ha dicho que Ingrid la acompañará. Ya sabes, la mujer que también fue al bautizo de Eliza.
Asentí recordando a la mujer.
-Entiendo. ¿Cuánto tiempo durará? -pregunté acercándome a tomar la botella de vino que habíamos comprado entre los dos para aquel mes.
-Un mes, probablemente. Eso fue lo que me dijo -sonrió encogiéndose de hombros y mi mirada fue directo hacia Eliza quien ahora estaba sentada sobre la alfombra mirando con atención un cubo amarillo entre sus manos.
-¿Un mes sin ver a Eliza? -pregunté mirándolo con los ojos muy abiertos.
-Un mes sin ver a esa pequeña diablilla -hizo una mueca girando su rostro para mirar a su hija.
-Bueno, si es una diablilla seguro es por ti -reí negando y fui hacia ella para tomarla en brazos.
Thiago acercó la silla periquera para colocarla cerca de la mesada y senté ahí a Eliza colocándole el cinturón. Esta de inmediato al ver que le poníamos su pequeña mesa comenzó a mover sus manos y golpear esta de emoción sabiendo qué era lo que significaba aquello.
-Ya vamos a comer, hermosa -dije agudizando un poco mi voz como de costumbre cada que hablaba con ella.
Thiago se acercó, dejó un pequeño bowl frente a ella con lo que parecía ser papilla. Me extendió la cuchara y tomé un poco en esta para llevarla a la boca de Eliza quien sin titubear abrió la boca para comer. Después comenzó a aplaudir emocionada y reí dejándole la cuchara en el bowl sabiendo que ella la tomaría y comenzaría a comer por su propia cuenta.
-Hablando sobre ese tema, te tengo dos propuestas -dijo el rubio mientras se sentaba frente a mí acomodando las copas.
-Te escucho -suspiré tomando los cubiertos mientras Thiago abría la botella de vino y servía en nuestras copas.
-La primera es sobre el cumpleaños de Eliza -comenzó a decir después dejando la botella a un lado y tomando sus cubiertos-. Cumple un año en dos meses.
-¿Harán alguna fiesta o algo por el estilo? -pregunté partiendo un trozo de pollo y después llevándola a mi boca donde casi suelto un suspiro por lo delicioso de aquel bocado.
-No exactamente -contestó Thiago después llevando un trozo de pollo a la boca, masticó y después de tragar habló-. Queremos hacer una comida, en el patio de la casa de mis padres. Ya sabes que Eliza es la consentida de ellos.
-Yo diría que de todos -comenté sonriendo, soltando uno de mis cubiertos para estirar el brazo y acariciar la mejilla regordeta de la pequeña que tenía toda la boca manchada por la comida.
Reí, Thiago hizo igual y después proseguí a darle atención de nuevo a mi plato.
-En efecto. En fin, lo hablamos Jessica y yo decidimos hacer una comida en casa de mis padres, algo así como una comida al aire libre. Sabes que mi madre es una amante de la jardinería y se ha esmerado de hacer casi un huerto el patio -rodeó los ojos sonriendo y sonreí.
-Tu madre es una genia para eso. Una vez me dio una suculenta, aún la conservo en mi habitación -dije con una ceja alzada partiendo otro trozo.
-No lo niego -rió negando y aclaró su garganta-. Será algo sencillo. Los mismos invitados del bautizo... -siguió diciendo, pero fue lo único que mis oídos necesitaron escuchar para que por un momento dejara de escuchar absolutamente todo.
Los mismos invitados del bautizo.
Tragué saliva y de inmediato tomé la copa de vino dando un largo sorbo a este. Thiago parecía no darse cuenta de mi reacción pues seguía hablando y aunque seguía haciéndolo sus palabras simplemente entraban y salían de mi cabeza sin saber con exactitud qué era lo que decía.
-... así que, hablándolo con Jessica, considerando que Eliza cumple dos días antes que tú se nos ocurrió que podría ser también un festejo para ti.
-Qué -dije por inercia en un tono más alto que hizo a mi mejor amigo abrir los ojos impactado y por fin mirándome.
-Bueno, es que, eso... Eliza... Eliza cumple el quince de noviembre, tú cumples el diecisiete y cae en domingo. Haríamos la comida el dieciséis, un día después del cumpleaños de Eliza y un día antes de tu cumpleaños, sería sábado y...
-No -dije cortándole cualquier palabra próxima a salir de su boca.
Me miró por unos segundos serio, pero casi asustado y sorprendido por mi brusquedad.
-Es decir, sí. Voy a ir claro, es el cumpleaños de mi ahijada, pero no es necesario que festejen mi cumpleaños. No se sientan con la obligación de...
-No es ninguna obligación es solamente que es una oportunidad para poder festejarlas a ambas. Incluso mi madre estuvo de acuerdo con eso.
-¿Tu madre ya lo sabe? -pregunté de golpe casi encajando el tenedor en el plato.
Thiago bajó la mirada hacia mis cubiertos, que eran empuñados en mis manos. Dejó los suyos con sutileza a cada par de su plato y después juntó sus manos colocándolas sobre la mesada.
-¿Por qué no te gusta la idea? Pensé que te emocionaría. Vas a festejar el cumpleaños de tu ahijada junto con el tuyo, ¿o tenías otros planes?
-No -escupí y dejé caer los cubiertos en el plato de inmediato llamando la atención de Eliza quien tenía la cuchara dentro de su boca-. No tenía planeado nada, pero es solo que...
-¿Entonces qué es lo que te altera tanto?
-Que no quiero festejar mi cumpleaños junto a mi exnovio, Thiago -confesé más rápido de lo esperado y cuando lo solté sentí de nuevo respirar.
Thiago se quedó inmóvil por unos segundos, mirándome y pareciendo apenas caer en cuenta de lo que pasaba. A veces era difícil hacer que Thiago entendiera lo que me costaba el tener que estar en la misma habitación que Nathaniel. Era claro que sabía que las cosas no habían terminado bien pero no tenía ni una menor idea de la verdadera razón. Mi mejor amigo seguía sin saber del todo la verdad de aquella historia y por eso mismo no pensaba que el que conviviéramos fuese tan mal idea.
Lo que me confundía era que Jessica sí lo sabía. Thiago decía que aquella decisión también era cosecha de Jessica, pero si ella sabía lo que realmente había pasado entre Nate y yo porque ella había estado presente aquella noche, ¿por qué no hacía nada para evitar aquella convivencia?
Probablemente por obvias razones. Una era que aceptaba para disimular aquella lucha que ella también seguramente tenía entre invitarnos a ambos, para no hacer entrar a Thiago en dudas de que ella sabía algo de lo ocurrido. La otra que era la que seguramente ganaba, era que no había otra opción porque ambos éramos padrinos de Eliza y de ninguna manera se podía no invitar a alguno a la celebración del primer año de su ahijada.
Me quise maldecir en ese momento. Sabía que en algún momento pasaría esto porque no podía durar toda la vida sin tener que volver a mirarlo, no cuando teníamos a la misma ahijada. Pero no quería hacerlo. No después de lo que había pasado la última vez. Aquella noche había sido el cierre perfecto y aunque habían pasado meses no sabía si estaba preparada para volver a mirarlo a los ojos sin sentir nada.
Sentía algo. No lo podía negar, pero el dolor seguía ahí. Quizá no tan intenso como antes pero ahí seguía. No negaba que había sanado, pero no lo había hecho por completo. Apenas estaba en la etapa en la que seguía haciéndome la idea que no habría un 'nosotros' de nuevo. Y aunque ya trataba de meterme eso a la cabeza, no estaba lista para probablemente volver a recibir palabras hirientes o miradas frías de su parte. Incluso llegaba a pensar que nunca iba a estar preparada para eso.
Estaba en la etapa de aceptación. Había ya pasado aquella fase de negarme a que no existía la posibilidad de que me perdonada, cosa de la que pensé que nunca saldría. Ahora estaba aquí, aceptando como habían sido las cosas para poder salir adelante y sanar.
¿Por qué me alteraba? La pregunta de mi mejor amigo estuvo resonando en mi cabeza en ese momento de silencio. Quizá era porque temía a que todo lo que me había costado estos meses por superar, fuera a colapsar y derrumbarse cuando volviese a verlo. El simple hecho de que esa idea entrara en mi cabeza era la simple respuesta a que era posible que eso pasara.
Traté de visualizarme en esa posición. Una reunión de celebración por el cumpleaños de Eliza y el mío. Los mismos invitados del bautizo. En casa de los padres de Thiago. Él ahí. Probablemente tendríamos que volver a cruzar palabras, eso era seguro. El imaginarlo me causó un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo.
-Hablemos de eso después -sugerí volviendo a tomar mis cubiertos y cortando otro pedazo de pollo para llevar el trozo a mi boca y disfrutar de este.
Los ojos de Thiago siguieron fijos en mí, por un momento creí que no me dejaría hacer ese cambio de tema, pero luego tomó la copa de vino dando un trago a este.
-Lo otro que tenía pensado hablar contigo es sobre la ausencia de Eliza -comenzó a decir y en ese momento ambos miramos a la pequeña quien yacía ya toda manchada de la papilla.
Reí un poco, tomó una servilleta y le limpié la boca mientras esta sacudía la pequeña cuchara con emoción. Era un encanto.
-¿En que la vamos a extrañar mucho? Definitivamente -mascullé con una sonrisa dando un pequeño toque con mi dedo en la punta de su nariz, esta rió.
-Sí, de eso no hay duda. Pero quería hablarte de que su ausencia me dejará con los fines de semanas libres -dijo mientras volvía a poner toda mi atención visual en mi plato-. Ya que mañana Jessica vendrá por ella pues su vuelo sale en la tarde, estaba pensando si mañana podríamos volver a ser el Thiago y Valet que salían de fiesta.
Alcé una de mis cejas mirándolo. Este imitó mi acción y sonreí. Solté un suspiro y tomé la copa de vino acercándola a mi boca.
-Tu hija todavía no sale de tu apartamento y ya planeas volver a tu alocada vida de noche -reí un poco negando y tomé un sorbo de la copa.
-Vamos, Valet. Hace casi un año que no salimos de fiesta, ¿cuándo fue la última vez que hemos salido juntos de noche?
-Salimos a cenar casi todo el tiempo, Thiago.
Rodeó los ojos.
-Me refiero a una fiesta o algún club. Yo no he podido por Eliza porque cada fin la pasa conmigo, tú has tenido la oportunidad y no has querido -me regañó y me encogí de hombros.
-Porque no sería lo mismo sin ti -hice una mueca dejando la copa en la mesada y volviendo a cortar un trozo del pollo.
-Pues ya no tienes pretexto, mañana saldremos. Tú, yo y quizá pueda invitar a Olivia si eso no te molesta -me miró de lado casi esperando a que diera luz verde a esa idea.
-Claro que no me molesta, es Olivia -dije frunciendo el ceño aún sorprendida en que siguiera pidiéndome casi permiso a que nos acompañara.
-Podrías decirle a Cassie, ¿aún tienes contacto con ella?
Hice una mueca y ladeé mi cabeza.
-Un poco. A veces ella ha sido quien me ha llamado para ir algún club, pero me niego siempre -reí negando, volviendo a mirar mi plato.
-Invítala.
Le miré con ambas cejas alzadas, después de lado entrecerrando mis ojos y una sonrisa divertida apareció en mis labios.
-¿Por qué? ¿No quieres dejarme sola cuando en medio de la noche desaparezcas con Olivia? -cuestioné vacilando y este carcajeó echando su cabeza hacia atrás.
-¿No has pensado en atrapar una nueva conquista? Quizá eso es lo que necesitas, Val.
Abrí mis ojos mirándolo con el ceño fruncido y negando.
-Para nada. No es lo que necesito, créeme.
-No importa, igual mañana saldremos. Vamos a divertirnos y será como los viejos tiempos, ¿sí?
Alcé ambas de mis cejas aún con la mirada fija en mi plato. Reí sin ganas.
-Lo dudo.
Eliza a nuestro lado balbuceó y cuando la miramos estaba con el ceño fruncido. Thiago carcajeó y yo sonreí mirando a la pequeña que sacudía sus manos llenas de papilla como si estuviese protestando por algo.
-Tu hija se ha ofendido en que ya planeas que hacer cuando ella se vaya. Alguien va a ser muy celosa de grande -miré a mi mejor amigo con una ceja alzada.
El rubio volvió a reír, mientras yo acariciaba el cabello rubio de la pequeña y mi mejor amigo le acariciaba una mejilla regordeta.
-Te digo que es una diablilla.