/0/3281/coverbig.jpg?v=12a1173755f3ff18ec835c8de13b68b8)
Pude conciliar el sueño después de casi una hora de haber recostado a Valet en la cama y asegurarme de que durmiese. Sin embargo, unos quejidos y lloriqueos fue lo que me despertó y en cuanto me percaté de donde estaba mi atención fue directo a la castaña en la cama. Fue en ese momento cuando me di cuenta que era ella quien estaba lloriqueando y quejándose.
-No... -sollozó y fruncí el ceño mirándola desde el sofá donde me había ya incorporado para sentarme-. Por favor no...
Me levanté, fui hasta ella y cuando pensé que se tranquilizaría al verme, me equivoqué. Estaba durmiendo. Valet estaba teniendo pesadillas y lo supe por la manera en que sus mejillas estaban empapadas. Se movía de un lado a otro con desesperación como si quisiese huir de cualquier lugar en el que estuviese en aquel sueño.
-Suéltame -dijo un poco más alto y entonces empezó a sacudir sus brazos como si estuviera golpeando algo-. ¡Suéltame! ¡No quiero!
De inmediato me acerqué más y la tomé por los hombros.
-Val -dije mientras la sacudía un poco para poder despertarla y sacarla de aquella pesadilla-. Hey, Val.
Tuve que sacudirla un poco más, cosa que la hizo abrir los ojos. El miedo y terror estaban en ellos en cuanto se abrieron e incluso con sus brazos trató de apartarme como si no quisiera que la tocara.
-¡Déjame! -gritó sacudiéndose.
-Val, soy Nate -la tomé del rostro haciendo que su mirada tratara de enfocarse solo en mí por encima de la oscuridad-. Mírame, soy yo.
Sus manos fueron a mis muñecas, de pronto se detuvo. Pareció recobrar el sentido de la realidad mientras sus ojos se quedaron fijos en los míos. Su respiración era agitada y pesada. Tenía los labios ligeramente entreabiertos, dejando salir el aliento como si algo le hubiese estado asfixiando antes. Sus manos se apretaron en mis muñecas mientras yo aún seguía sosteniendo su rostro con las mías. Mis pulgares llegaron a acariciar estas, sintiendo lo húmedas que estaban.
-Es una pesadilla -dije aún inclinado ligeramente sobre ella con una de mis piernas apoyadas en la cama-. Tranquila, es solamente una pesadilla. No es real -musité y entonces esta negó ligeramente.
-No... -murmuró-. Lo fue -se le cortó la voz.
Sus ojos permanecieron mirándome. Su respiración volvía a normalizarse de nuevo al ritmo habitual, pero el miedo en sus ojos no desaparecía. Incluso estando la habitación a oscuras podía notar el terror que había en su mirada. Me pregunté en ese momento qué era lo que había soñado y por qué decía que era real.
Giró su rostro permitiéndome ver su perfil y sollozó de nuevo echándose a llorar en silencio.
-Hey, Val -hice que me mirara girando su rostro-. Tranquila...
-Perdón -me interrumpió de nuevo con lágrimas cayendo por sus mejillas chocando con mis manos que la acariciaban-. Yo no quería, te juro que no quería.
No sabía a lo que se refería. No sabía qué era lo que ella quería decir con esas palabras y aunque quería preguntarle qué significaban, me guardé aquellas dudas porque sabía que lo que tenía que hacer en ese momento era tranquilizarla.
-Está bien -dije mientras las yemas de mis pulgares se encargaban de acariciarle las mejillas-. Tranquila. Vuelve a dormir, necesitas descansar.
Justo cuando quise incorporarme sus manos se aferraron a mis muñecas.
-No te vayas -me pidió en un hilo de voz-. No me dejes sola.
-No me voy a ir, estaré en el sofá -dije dando una mirada rápida al sofá del otro de la habitación.
-No. Quédate aquí conmigo, por favor -volvió a pedir mientras sus manos se aferraban ahora a las mías.
La miré por unos segundos, detestando tener que mirarla de esa manera. No podía explicarme ni a mí mismo el terror que existía en sus ojos aún. De pronto quise sumergirme en su mente para saber qué era lo que la tenía de esa forma. ¿Sería la primera vez que tenía pesadillas? ¿Acaso las habría tenido antes? O quizá solamente era efecto del alcohol y por lo botada que había caído en un sueño profundo horas antes.
¿Por qué seguía asustada? ¿Qué era lo que había pasado? ¿Por qué me pedía perdón? ¿A quién había visto en sus sueños? ¿Alguien le había querido hacer daño? Tan solo pensarlo me hizo la sangre hervir y querer averiguarlo.
Solté un suspiro profundo, apreté mi boca y asentí dando como indicativo a que no me iría. Me deshice de los zapatos con los que incluso había dormido en el sofá. Valet pareció tranquilizarse un poco más y con dificultad llegó a soltar mis manos. Se hizo a un lado y subí a la cama poniéndome a su lado. Ella siquiera dudó en abrazarme y aferrarse a mí mientras apoyaba su cabeza en mi pecho. Rodeé su cuerpo con uno de mis brazos y le acaricié el pelo mientras sentía como su mejilla húmeda se apoyaba en mi pecho seguramente mojando parte de mi camisa.
Su cuerpo temblaba, no por frío, sino por miedo. Quise preguntarle antes de que volviera a cerrar los ojos y caer de nuevo en un profundo sueño, pero no lo hice.
Por unos minutos me quedé mirando el techo, Valet volvió a caer en brazos de Morfeo. Yo no pude. Al menos por un momento pues en mi mente no dejaban de formarse teorías del significado de las palabras de la castaña. Aunque sabía que probablemente le estaba tomando mucha importancia, una parte me decía que no era cualquier cosa que tenía que dejar pasar. Porque conocía a Valet. Llegaba a pensar que la conocía más de lo que me conocía a mí mismo.
Algo le había ocurrido. Algo le había causado esa pesadilla y sabía que saber la posible razón me impactaría o me destruiría. Había algo que Valet ocultaba. No sabía qué era. No sabía con exactitud lo que podría ser, pero lo averiguaría por la mañana si era posible.
Hacía tres meses había querido saberlo todo, pero ella se fue antes de que pudiese siquiera abrir mis ojos para enfrentar la realidad y pedirle que me pudiese dar una explicación de lo que había hecho. Una explicación o razón por la que había decidido romperme el corazón y marcharse. Necesitaba saberlo. Porque aunque todo este tiempo intenté de olvidarla, no había podido hacerlo y sabía que no podía seguir forzando ese sentimiento si no sabía la realidad de los hechos.
Necesitaba que ella me mirara a los ojos y me dijera qué había pasado realmente esa noche en que todo terminó entre nosotros.