Completaron su almuerzo bellotas, avellanas y distintas bayas maduras que se fue encontrando cerca de los precipicios. Sumergir la mano en el agua y las horas extra de sueño le habían bajado la hinchazón. Con la mano en cabestrillo, recorrió la meseta. Tal y como se había temido, hasta donde alcanzaba la vista los precipicios eran muy escarpados. P
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