«Ahora, ahora!», pensé.
No recuerdo haber tensado el arco ni haber colocado la flecha. De lo único que tengo conciencia es del escozor en la muñeca cuando la cuerda me rozó con un chasquido, y el golpe en los nudillos. Al momento, casi inconscientemente, la segunda flecha estaba preparada mientras aquella cosa venía corriendo hacia mí. Corría sobr
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