Los bosques no eran intransitables ni estaban envueltos en sombras por culpa de copas de árboles demasiado altos. Aquél era un bosque bastante despejado, con robles, fresnos, avellanos, espinos y sauces. De vez en cuando Arturo distinguía el brillo azul de los remansos que se formaban en los meandros del transcurso del río por tierras más bajas.
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