Me envolvía. Formaba espirales sobre mi pecho desnudo, cubría mis brazos con las curvas de los meandros y se enredaba delicadamente en las tracerías de la unión sagrada y eterna de no simplemente toda la vida, sino el universo en que se teje la vida, un hilo entre los demás, muchos y uno solo para siempre. Un misterio que mi pueblo comprendía y dej
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