Pensó que lo estaba torturando, en el reino de sombras que todos cruzamos antes de despertar. La recordó. Ya no era joven, pero conservaba su hermosura. El cabello leonado que enmarcaba su rostro y le caía sobre los hombros como una capa. Su rostro pálido, surcado por profundas arrugas, su nariz recta y la boca generosa. Su cutis fino, de alabastro
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