Cuando estaba más o menos seguro de que el animal ya estaba desangrado, se colgó el cuerpo del hombro, recogió la lanza y emprendió el camino de vuelta a la casa. Suspiró, pues sabía que el trabajo duro no había hecho más que empezar.
Cuando volvió, la mujer estaba preparada, un fuego ardía en el patio, en otro había una tetera. En el tocón había
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