Casi al atardecer, encontró el árbol. Crecía muy al borde de la meseta. Los vientos preponderantes castigaban la parte más remota de la meseta en ese lugar. El árbol se sujetaba con sus raíces en el mismísimo borde del precipicio, justo antes de que cayera en picado sobre el valle. Una calavera, la que protegía ese lugar, estaba enredada entre las
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