Aquella duda, la marcaba. Caminaba, mientras sostenía su teléfono en la mano izquierda.
-Hola James... ¿puedes acompañarme a un sitio? –quiso sable.
-Claro... ahora salgo de la oficina.
-Bueno, señor abogado –murmuró divertida y cortó la llamada.
Si se sentó en un banco de color blanco, observará algunos autos desplazarse. Las personas corrían sin