-Claro –comentó con una sonrisa. Eliana se puso de pie, y se acercó a mí dándome un abrazo.
-¡Prima! Qué bonita estás –comentó y me reí.
-Gracias –susurré apenada y ella movió una silla para que me sienta. Lo hice y Lionel pronto apareció con un plato. No sabía cómo sentirme al respecto, pero ambos estaban siendo amables.
-De nada, debes tener hamb