-¡Te dije la verdad! –exclamó enojada y gritándome. Éramos un espectáculo, todos miraban horrorizados la escena ya mí, me daba igual -¡No eres el padre!
Al volver a insistir, la solté. Tuve que tomarla de la cintura, porque casi cae hacia atrás - Entonces de quién es? –pregunté burlón.
-De Mateo.
Al decir eso, la solté y ella me observaron. –Bien –