Entre el amor y el poder
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Capítulo 10 Bajo Presión

La oscuridad de la noche se había asentado sobre la ciudad, pero en el interior del edificio, la luz de las linternas y el sonido de pasos apresurados indicaban que todo estaba a punto de cambiar. La emboscada había comenzado tan rápido que ni Lucía ni Alejandro tuvieron tiempo de reaccionar completamente.

A medida que los atacantes se acercaban, Lucía retrocedió, empujando a Alejandro hacia una esquina de la sala para protegerlo. Los hombres enmascarados, armados y aparentemente entrenados, se movían con precisión. No tenían miedo de ser vistos, lo cual solo incrementaba la presión.

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-¡No hagas un movimiento en falso! -ordenó Lucía, sus ojos fijos en el grupo de atacantes que se acercaban con paso firme.

Alejandro no pudo evitar sonreír de manera irónica mientras miraba a los hombres que los rodeaban.

-¿Es esto parte de tu plan? -preguntó, con el ceño fruncido.

Lucía no respondió inmediatamente, su mente trabajando rápidamente. La situación había dado un giro inesperado. Sabía que no podían salir de allí por la fuerza, no sin dejar atrás demasiados rastros. Necesitaban algo más: una distracción, una apertura.

-No -respondió finalmente, sus ojos brillando con una determinación fría-. Pero si nos dejan salir vivos, será porque nosotros lo decidamos.

Los hombres avanzaban, y el líder de los atacantes levantó la mano en señal de calma.

-No estamos aquí para matarlos -dijo, con voz grave. Sin embargo, la amenaza estaba clara en sus palabras-. Solo queremos que nos entreguen todo lo que han encontrado. Ahora.

Lucía estudió al hombre frente a ella, un hombre alto, con voz profunda y firme, pero sus ojos, aunque enmascarados, mostraban algo que no era simplemente el deseo de intimidar. Había algo más en su mirada, como si conociera algo que ella no.

-¿Quién eres? -preguntó Lucía, aunque no esperó una respuesta.

El hombre sonrió, un gesto sombrío que no llegó a iluminar su rostro.

-Eso no importa. Lo que importa es que dejen todo donde está y salgan con nosotros, o no tendrán más opción que lamentarlo.

El ambiente se volvía cada vez más tenso. Lucía sabía que no podía hacer frente a todos ellos de manera directa. La única opción era jugar con sus mentes. Por suerte, ella siempre había sido una experta en eso.

-¿Y si no lo hacemos? -preguntó Lucía, manteniendo la calma.

El hombre la observó con una intensidad que le hizo sentir que estaba evaluando cada palabra que decía. Fue un momento largo, casi interminable, pero finalmente respondió.

-Entonces, no habrá salida para ustedes. Y créanme, no quiero tener que hacerles daño.

Justo cuando Lucía pensó que las cosas podrían volverse aún más violentas, escuchó un ruido proveniente del fondo de la sala. Fue el sonido de algo cayendo, algo que arrastraba consigo el eco de pasos acelerados. Un segundo después, los hombres que la rodeaban se tensaron, sus manos aferrándose a las armas, pero no atacaron.

-¿Qué fue eso? -preguntó el líder, su tono menos seguro ahora.

Lucía aprovechó la oportunidad y levantó una mano, como si también estuviera buscando una respuesta. Sin embargo, sabía que esa distracción les ofrecía una pequeña ventana de oportunidad.

-¡Cuidado! -gritó Lucía, impulsándose rápidamente hacia un lado, empujando a Alejandro hacia la esquina opuesta.

Los atacantes se giraron al unísono, desconcertados por el ruido inesperado. En ese preciso momento, Lucía y Alejandro hicieron lo que tenían que hacer: moverse rápidamente hacia la puerta trasera, que había quedado ligeramente abierta, sin que los atacantes lo notaran.

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Correr por los pasillos oscuros fue lo único que pudieron hacer, sin detenerse para pensar demasiado. Mientras avanzaban, Lucía se adelantaba con cautela, su mente corriendo en múltiples direcciones.

-¿Qué está pasando, Lucía? -preguntó Alejandro, respirando con dificultad.

-No lo sé, pero tenemos que salir de aquí antes de que nos atrapen -respondió Lucía, su voz grave y decidida.

No tardaron en llegar a una pequeña puerta de salida, una salida secundaria que podría ofrecerles una oportunidad. Sin embargo, tan pronto como alcanzaron la puerta, un grito rompió el aire, seguido de un fuerte impacto contra la pared.

-¡No salgan! -gritó el líder de los atacantes, ahora mucho más cerca de ellos.

Lucía apretó los dientes y comenzó a tirar de la puerta con fuerza. Sin embargo, parecía atascada. La tensión en su estómago se intensificó. Un segundo más y podrían ser atrapados.

-¡Ayúdame! -le dijo a Alejandro, quien se apresuró a acercarse y a empujar la puerta.

Finalmente, con un esfuerzo conjunto, lograron abrir la puerta, pero cuando comenzaron a avanzar, la luz de un foco los alcanzó. Era un grupo más grande de hombres, ahora rodeándolos.

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Lucía y Alejandro se detuvieron en seco. Era claro que ya no había escape. La lucha por sobrevivir a esa noche podría ser mucho más difícil de lo que pensaban.

-Esto es un juego de poder -dijo Lucía, su voz tranquila aunque sabia lo que se les venía encima. -Y nosotros estamos en la línea de fuego.

El líder de los atacantes dio un paso hacia adelante, sus ojos brillando con algo más que determinación.

-¿Qué saben ustedes? -preguntó, su tono ahora más amenazante. -¿Qué es lo que están buscando?

Lucía lo miró sin titubear. No iba a dejar que lo descubrieran, no todavía.

-Estamos buscando a los que nos están manipulando -dijo ella, su tono firme y lleno de una verdad a medias.

El líder no pareció sorprendido. -Eso no es suficiente. ¿Qué saben sobre nosotros? ¿Sobre lo que realmente está en juego aquí?

Alejandro respiró profundamente, su mirada fija en el líder. Podía ver que el hombre era astuto, pero también sabía que tenían muy poco tiempo.

-Lo que sabemos es que no podemos confiar en nadie, ni siquiera en ustedes. Ahora, si no les importa, tenemos algo que buscar antes de que esto termine mal.

Sin esperar respuesta, Lucía le dio una señal a Alejandro y, sin pensarlo, ambos corrieron en direcciones opuestas. No había espacio para dudas. Cada segundo podía ser el último.

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El sonido de los disparos retumbó en sus oídos, pero, afortunadamente, no fueron alcanzados. Lucía se deslizó por el pasillo lateral mientras Alejandro se desvanecía en la oscuridad, hacia una salida diferente. Ambos sabían que el próximo movimiento sería crucial.

Los atacantes no tardaron en dispersarse, pero ellos ya no estaban allí. La noche había sido testigo de algo mucho mayor de lo que ninguno de ellos podría imaginar.

Lo que querían, lo que buscaban, estaba por encima de la venganza y el poder. Estaban atrapados en una red más grande que ellos. Una red que los amenazaba con devorarlos a cada paso que daban.

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Mientras Lucía se alejaba en silencio, una nueva preocupación se formó en su mente. ¿Quién estaba detrás de todo esto? Y, lo más importante, por qué todavía no sabían si los atacantes eran aliados o enemigos.

            
            

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