Entre el amor y el poder
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Capítulo 7 Jugadas en la Oscuridad

cómo funciona esto -dijo Alejandro, con un tono frío y amenazante-. Si estás involucrado en algo que pone en riesgo mi empresa, lo sabré. Y cuando lo haga, me aseguraré de que no trabajes en ningún lugar decente de esta ciudad.

Marco se encogió ligeramente, pero antes de que pudiera responder, Gabriel entró en la sala con una expresión alarmada.

-Alejandro, tenemos un problema.

Alejandro enderezó la espalda, con la mirada fija en su asistente.

-¿Qué pasa?

-Acabo de recibir una llamada de Estrada Enterprises. Alguien acaba de acceder a sus sistemas desde una dirección IP vinculada a nuestra red.

Alejandro giró la cabeza lentamente hacia Marco, cuyo rostro palideció al instante.

-¿Qué sabes de esto? -preguntó Alejandro, con voz gélida.

-Yo... yo no... -balbuceó Marco, pero su nerviosismo lo delataba.

Alejandro se acercó a él, inclinándose lo suficiente para mirarlo directamente a los ojos.

-Habla ahora, Marco. ¿Para quién trabajas realmente?

El hombre cerró los ojos, derrotado.

-No sé quiénes son. Me contactaron hace meses. Dijeron que si no cooperaba, arruinarían mi vida.

-¿Y qué te pidieron? -presionó Alejandro.

-Acceso. Solo acceso. Me dijeron que enviara ciertas credenciales y datos a una dirección específica.

Alejandro apretó los puños, conteniendo la ira.

-¿Y lo hiciste?

Marco asintió débilmente.

-Sácame a este idiota de aquí -ordenó Alejandro a Gabriel-. Quiero que encuentres todo lo que ha enviado y lo reportes de inmediato.

Gabriel obedeció, llevándose a Marco mientras Alejandro permanecía en la sala, procesando la magnitud del problema.

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Mientras tanto, en Estrada Enterprises, los técnicos finalmente localizaron el acceso no autorizado. Lucía estaba reunida con Ana y Gabriel, quien había llegado para compartir lo que sabían sobre Marco Sánchez.

-Esto confirma nuestras sospechas -dijo Ana-. Están utilizando empleados dentro de ambas empresas para coordinar sus ataques.

-Y están cada vez más cerca de obtener lo que quieren -añadió Gabriel-. Marco admitió que envió credenciales confidenciales, pero no sabemos exactamente qué buscaban.

Lucía cerró los ojos por un momento, intentando mantener la calma.

-Esto significa que la información de mis servidores podría estar comprometida.

-No solo eso -dijo Gabriel, con una expresión preocupada-. También significa que los verdaderos responsables están jugando con nosotros, utilizando a personas dentro de nuestras propias filas.

Lucía miró a Alejandro, quien acababa de llegar tras el interrogatorio con Marco.

-¿A dónde nos lleva esto?

-A una conclusión obvia -respondió él-. El enemigo nos conoce mejor de lo que pensamos. No son simples infiltrados; son estrategas.

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Esa noche, Lucía y Alejandro decidieron reunirse en un lugar más neutral: una sala de reuniones en un exclusivo hotel de la ciudad. Ambos estaban agotados, pero el trabajo estaba lejos de terminar.

-Necesitamos un plan -dijo Lucía, dejando una carpeta sobre la mesa-. No podemos seguir reaccionando. Tenemos que adelantarnos.

Alejandro asintió, revisando los documentos que ella había traído.

-Estoy de acuerdo. Pero para hacerlo, necesitamos entender sus motivaciones. ¿Qué buscan realmente?

-Dinero no es, al menos no en el sentido convencional -respondió Lucía-. Si quisieran enriquecerse, ya habrían vendido la información. Esto es algo más profundo.

Alejandro frunció el ceño, apoyando los codos sobre la mesa.

-¿Venganza, tal vez?

Lucía lo miró, reflexionando.

-Es posible. Pero ¿de quién? ¿Y por qué ahora?

-Sea lo que sea, tenemos que actuar rápido -dijo Alejandro-. Sé que no confías en mí, y yo no confío en ti, pero en este momento somos todo lo que tenemos.

Lucía esbozó una leve sonrisa irónica.

-Qué alentador.

Alejandro rió suavemente, aunque su expresión seguía siendo seria.

-Lo digo en serio. Si queremos salir de esta, necesitamos trabajar juntos de verdad, no solo de palabra.

Lucía lo miró fijamente por un momento antes de asentir.

-De acuerdo. Pero recuerda, esto es temporal.

-Lo tengo claro -respondió él, extendiendo la mano.

Lucía la estrechó con firmeza, marcando un momento de tregua en una batalla que aún estaba lejos de terminar.

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Al otro lado de la ciudad, la figura en la oscura oficina seguía monitoreando los movimientos de ambos. La pantalla principal mostraba la imagen de Lucía y Alejandro en el hotel, mientras un asistente se acercaba con un informe.

-Los estamos empujando en la dirección correcta -dijo el asistente.

-Perfecto -respondió la figura, con una sonrisa siniestra-. Que sigan creyendo que tienen el control. Cuando llegue el momento, lo perderán todo.

El juego estaba lejos de terminar, y las piezas seguían moviéndose en el tablero.

            
            

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