El sonido del reloj en la pared de la mansión resonaba como un eco constante, marcando el paso del tiempo mientras Lucía y Alejandro se mantenían en un silencio pesado. La tensión en el aire era palpable, y el destello de luces de la tormenta que azotaba la ciudad se colaba a través de las ventanas, iluminando brevemente los rostros de los tres pre