Entre el amor y el poder
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Capítulo 9 El Juego Se Intensifica

La habitación estaba llena de tensión. Lucía y Alejandro se encontraban en la misma sala por tercera vez en la semana, pero esta vez las circunstancias eran diferentes. Tras capturar a Arturo Herrera, el aire entre ellos había cambiado. Ya no era solo un intercambio de información o una competencia. Estaban al borde de descubrir algo mucho más grande, y esa presión los unía y al mismo tiempo los separaba.

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Lucía se apoyó contra el escritorio de su oficina, mirando por la ventana. La ciudad brillaba bajo el cielo oscuro, pero para ella, el brillo ya no tenía la misma magia. Todo lo que veía era una red de conspiraciones, y esa sensación la consumía.

-¿Qué vamos a hacer ahora? -preguntó Alejandro, rompiendo el silencio mientras se sentaba frente a ella.

Lucía lo observó con detenimiento. Sus ojos oscuros reflejaban cansancio, pero también una determinación que la descolocaba. Ambos sabían que, aunque Herrera había hablado, las respuestas aún eran incompletas. Nadie sabía quién estaba detrás de todo esto.

-Lo que necesitamos ahora es más que una respuesta -respondió Lucía con frialdad-. Necesitamos a los que están detrás de Herrera.

-Lo sé -dijo Alejandro con tono grave-. Pero no tenemos tiempo. Cada día que pasa, las piezas del rompecabezas se mueven, y no podemos seguir esperando a que todo encaje. Necesitamos actuar rápido.

Lucía dio un paso hacia él, su mirada ahora fija y directa.

-Actuar rápido podría ser lo que nos cueste todo. ¿Realmente estás dispuesto a jugar con fuego?

Alejandro no retrocedió.

-La pregunta es: ¿te atreves a quedarte atrás mientras yo doy el siguiente paso?

Ambos se quedaron en silencio por un momento, conscientes de la profundidad de la situación. Finalmente, Lucía se apartó y se sentó en su silla.

-Te escucho. ¿Cuál es tu plan?

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Alejandro se inclinó hacia adelante, abriendo una carpeta con varios documentos y fotografías de Herrera y otros personajes clave.

-He estado revisando los informes de nuestros contactos en las fuerzas de seguridad, y hay algo que no cuadra. Aunque tenemos a Herrera bajo custodia, sus conexiones están demasiado bien escondidas. No hay forma de rastrear a sus cómplices sin una pista clara.

Lucía observó los papeles, y su expresión se endureció.

-¿Y cómo sugieres que los encontremos?

-Hay un patrón en los documentos que no había notado antes -dijo Alejandro, señalando una serie de transacciones bancarias y registros de comunicaciones-. Los mismos números de cuenta han aparecido varias veces en las últimas semanas, moviéndose entre diferentes países. No son aleatorios. Estoy seguro de que si seguimos el dinero, llegaremos a ellos.

Lucía se cruzó de brazos.

-Lo harás solo. Si es lo que necesitas para atrapar a los responsables, hazlo. Pero no quiero que nos arriesguemos sin más información. No quiero que termines como Herrera, atrapado en una telaraña que no sabes cómo romper.

-Lo sé, no soy tonto -respondió Alejandro, una chispa de irritación en su voz-. Pero si no damos el siguiente paso, todo esto habrá sido en vano.

Lucía lo miró fijamente, luego suspiró.

-Está bien, hagámoslo. Pero te advierto, no me hagas quedarme atrás.

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Esa misma noche, ambos se dirigieron a una de las casas de seguridad de Alejandro, un lugar aislado y discreto donde podrían trabajar sin ser interrumpidos. La tensión entre ellos seguía palpable, pero el sentido de urgencia había logrado que la cooperación fuera inevitable.

Lucía se sentó frente a la computadora, sus dedos rápidos sobre el teclado mientras revisaba los registros financieros. La información fluía de manera constante, pero parecía que todo estaba bloqueado en algún punto.

-Lo he encontrado -dijo Lucía, interrumpiendo el silencio-. Hay una transacción que no aparece en los registros oficiales. Un pago de una cuenta que no tiene origen claro, pero parece estar relacionado con varios movimientos en el mercado de valores.

-¿Y qué significa eso? -preguntó Alejandro, acercándose a la pantalla.

Lucía lo miró, una ligera sonrisa apareciendo en sus labios.

-Significa que estamos cerca. Pero también significa que alguien está tratando de ocultar algo muy grande.

Alejandro estudió los números y las cuentas con más detalle.

-Voy a contactar a algunos de mis aliados para rastrear esto. Necesitamos hacer que se mueva rápido, antes de que se den cuenta de lo que estamos haciendo.

Lucía asintió, mientras su mirada se volvía distante.

-No todo es cuestión de rapidez. Necesitamos estrategia, no solo velocidad. Si no damos el siguiente paso con cautela, nos arriesgamos a quedar atrapados en su juego.

-Entiendo -respondió él, su tono más suave esta vez. Pero algo en su voz dejó entrever que no estaba dispuesto a esperar más tiempo.

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Al día siguiente, ambos recibieron noticias alarmantes. Los investigadores que trabajaban con ellos habían localizado una pista que conducía a un edificio desocupado en las afueras de la ciudad, un lugar que parecía tener vínculos con las transacciones sospechosas.

-Esto podría ser la clave -dijo Gabriel, el asistente de Alejandro, quien los había estado actualizando a través de mensajes-. El lugar es de difícil acceso, pero parece que alguien ha estado utilizando la propiedad para almacenar documentación.

Lucía se levantó rápidamente de su asiento.

-¿Cuánto tiempo tenemos?

-No mucho -respondió Gabriel-. Han notado algo raro, y la seguridad del lugar ha aumentado. Necesitamos movernos rápido.

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El grupo se dirigió al sitio, con los nervios a flor de piel. La sensación de que estaban a punto de descubrir algo fundamental los mantenía en vilo.

El edificio estaba aislado, rodeado de vegetación espesa que hacía más difícil la visibilidad. Cuando llegaron, Alejandro y Lucía se bajaron del vehículo, seguidos por su equipo de seguridad. Avanzaron con cautela, sabiendo que cualquier error podría costarles caro.

Al llegar a la entrada principal, Lucía no pudo evitar sentir que algo estaba fuera de lugar. La puerta estaba entreabierta, como si alguien la hubiera dejado abierta a propósito para que entraran.

-Esto no me gusta -dijo Lucía en voz baja.

-No te preocupes -respondió Alejandro, con una confianza que no disimulaba la inquietud que también sentía-. Estamos listos para cualquier cosa.

El equipo avanzó con sigilo, atravesando el pasillo oscuro que los conducía al interior del edificio. La estructura parecía deshabitada, pero algo en el ambiente indicaba que no estaban solos.

De repente, un ruido fuerte y metálico resonó desde el fondo del edificio. Lucía y Alejandro intercambiaron una mirada tensa. El sonido se repetía, como si alguien estuviera trabajando en algo en la oscuridad.

Siguiendo el sonido, llegaron a una gran sala donde encontraron una mesa repleta de papeles, computadoras y documentos dispersos. Lucía observó cuidadosamente los papeles, y en cuanto los leyó, su rostro se tornó pálido.

-Esto... esto no tiene sentido -dijo, visiblemente afectada.

Alejandro se acercó rápidamente.

-¿Qué pasa?

Lucía levantó un documento y lo entregó a Alejandro.

-Son planes... son planes para derrocar nuestras empresas. Alguien ya ha estado planeando nuestra caída desde hace meses. Y no es solo Herrera. Ellos están mucho más cerca de lo que pensábamos.

La tensión aumentó al instante. Alejandro apretó los puños.

-Tenemos que descubrir quién está detrás de todo esto. No podemos permitir que nos derroten ahora.

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De repente, un sonido metálico resonó detrás de ellos, y una luz intensa iluminó la habitación. Sin previo aviso, figuras enmascaradas comenzaron a rodearlos. La emboscada estaba en marcha.

-¡Alto! -gritó Lucía, desenfundando su arma-. ¡No se muevan!

Pero ya era demasiado tarde. Los atacantes avanzaron, forzándolos a defenderse en una confrontación desesperada.

            
            

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