El silencio que se cernió en el aire tras las palabras de Maximus fue abrumador. Lucía se quedó inmóvil, observando cómo él se recostaba en su silla, con la confianza de quien ya ha ganado la batalla, pero sin poder ocultar la incertidumbre que se reflejaba en sus ojos oscuros. Maximus no tenía miedo de la confrontación; lo había demostrado a lo la