El viento frío de la madrugada hacía temblar los ventanales del despacho de Lucía, donde la luz de una lámpara tenue era lo único que rompía la penumbra. Sobre su escritorio había un mapa de conexiones que intentaba unir los puntos: nombres, fechas y datos que parecían más confusos con cada revisión. Alejandro, sentado frente a ella con una taza de